El grupo de jóvenes sale del templo de la Congregación con una cruz, en la cual, en tarjetas de colores, los fieles colocan peticiones. Esta es la única muestra de fe católica que se aprecia en las calles: la que llevan a cabo jóvenes que realizan un viacrucis. Van en grupos compactos, de apenas 10 o 12 personas.

María Fernanda Vaca, una de las jóvenes, señala que pertenecen a Regnum Christi, organización de universitarios católicos que sale a las calles para recordar la vía de Jesús.

Apunta que son 15 los jóvenes que toman parte del viacrucis, aunque a lo largo del camino se unirán más.

En el cruce de las calles 5 de Mayo y Pasteur llegan otros jóvenes, quienes portan las mismas camisetas blancas. En esa esquina se detienen y rezan. Un joven coloca dos nuevas peticiones en la cruz. Las clava para que no se despeguen del madero que carga un joven a lo largo de la ruta.

Luego de rezar continúan su camino por el Andador Libertad, donde los restaurantes lucen llenos de comensales que aprovechan los días de asueto para salir a pasear, olvidando por un momentos la pandemia.

Las principales calles del centro de Querétaro lucen llenas. Este año, a diferencia de otros, no están llenas de feligreses. Sus lugares los ocupan turistas. Las ceremonias religiosas se limitan al interior de los templos, muchos de los cuales mantienen cerradas sus puertas.

En el templo de La Cruz, las ceremonias se llevan a cabo con las puertas abiertas, pero no se permite el acceso. El interior del templo ya está ocupado por los fieles que llegaron a tiempo para el Viernes Santo.

Algunos se quedan afuera, desde donde escuchan y participan en las conmemoraciones. En el atrio, dos esculturas de penitentes recuerdan a los participantes de la Procesión del Silencio, que por segundo año consecutivo se tuvo que cancelar.

En otros templos, como San Francisco, las puertas están cerradas, aunque al interior los fieles participan en el viacrucis. El de San José de Gracia está abierto, mientras que se lleva a cabo la ceremonia de las Siete Palabras

Cuatro ventiladores funcionan al interior del templo, para evitar que los presentes padezcan aún más las altas temperaturas. La ceremonia termina y los asistentes abandonan el templo.

A unas cuadras, en la Capilla de la Expiación, las puertas de este templo, por lo regular siempre abiertas, están cerradas.

En las calles la gente pasea. Turistas y locales caminan con calma. Sus pasos los llevan hasta Madero, donde Jesús, artista plástico, realiza una intervención en la cantera del piso. Pinta una frase en contra de la desaparición de personas en el estado.

Los paseantes se detienen por unos momentos para ver el trabajo del artista.

Algunos queretanos, adultos mayores que pasean en el centro, reprueban la intervención: “Cuando acabes, espero que la limpies”, dice un hombre.

Otra mujer mayor también le reclama: “Está maltratando la cantera” de la ciudad.

El artista dice que considera que “hay mucha falta de empatía hacia las personas que son abruptamente desaparecidas, sin importar la cuestión por la que son desaparecidas, eso no importa.

“Esto se presta para que un diálogo se pueda generar en el espacio público y desde perspectiva de empatía y colaboración, así como sentido artístico.

“Todos los días desaparecen personas y desgraciadamente hay mucha impunidad en nuestro país. No importa cuántas paredes se rayen, lo que buscamos es justicia y que las personas que desaparecen regresen a casa, y creo que es lo que las personas que protestan en contra de que se rayen paredes no están viendo. Sólo les pido empatía”, enfatiza.

Jesús continúa con su intervención mientras es observado por dos aspirantes a agentes de Movilidad, escuchan la queja de una mujer mayor, quien les dice que cómo es posible que dejen que maltraten la cantera de las calles del primer cuadro queretano, a lo que los aspirantes, quienes se identifican por playeras que dicen “alumno”, le responden que aunque no estén de acuerdo, es su libertad de expresión.

Mientras, en el jardín Guerrero, se lleva a cabo una feria con la presencia de artesanos que ofrecen sus productos.

Este espacio, cerrado desde meses atrás, permanece abierto para que los creadores puedan vender algo entre los turistas y habitantes de la capital que salen la mañana-tarde del Viernes Santo.

Más allá de las avenidas Juárez y Corregidora, las calles comienzan a mostrar menos movimiento. Es el caso de la plazuela Mariano de las Casas, en cuyo espacio se ven pocas personas y escasos vendedores en sus carritos de artesanías. El movimiento se concentra en puntos determinados del primer cuadro.

Más allá, los queretanos se guardan este Viernes Santo. Se quedan en casa. La pandemia por el coronavirtus sigue activa en el estado y prefieren la seguridad de sus casas para rezar y reflexionar en familia.

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