Una menor, de unos dos años de edad, come un paquete de galletas Marías mientras observa  a la gente que llega a la Terminal de Autobuses de Querétaro (TAQ). Es parte de un grupo de migrantes haitianos que hace una pausa en su camino rumbo a la frontera norte, con el propósito de llegar a Estados Unidos. Escena inusual en la entidad, pero que refleja la crisis migratoria de México, en parte por las políticas del gobierno de Joe Biden, en parte por el abandono de las autoridades federales.

John, hombre de unos 30 años de edad, originario de Haití, es el único que habla un poco de español. Los demás hablan francés, aunque entienden un poco de inglés.
Dice que llegaron hace cuatro días a Querétaro y piensan estar una semana, aproximadamente.

Mientras el hombre habla, el resto de sus connacionales observan y escuchan, esperando entender un poco de español. Se sientan o acuestan sobre sus mochilas que colocan en el piso, pegadas a la pared, para no obstruir el paso de la gente que llega o se va de Querétaro.

La mayoría los observa con curiosidad y la mayoría pasa de largo. A algunos usuarios de la TAQ les llama la atención cuando una persona se sienta en el piso para platicar con ellos. A ellos, a los haitianos, también se les hace “curioso” que alguien se siente con ellos en el piso a platicar.

John habla con cierta desconfianza que se mezcla con temor. Están en un país ajeno, sin papeles y con una política que dista de ser amable con la migración. El hombre dice que de su país salió un grupo grande de ciudadanos, pero ya en México se comenzaron a separar. Ahora, en este grupo que avanza al norte sólo quedan siete, de los cuales, dos son menores de edad.

Hace 22 días salieron de Haití. Su destino es Estados Unidos, pero dice que si pudiera trabajar en México, lo haría.

Ayer la Organización de las Naciones Unidas aprobó un presupuesto de emergencia para aquella nación del Caribe, por nueve millones de dólares, para combatir la crisis humanitaria que vive, en buena medida por la violencia que generan las pandillas en las calles de aquella nación.

Incluso, el secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, reconoció el lunes pasado que ha sido difícil lograr la solidaridad internacional para con Haití, pues existe poco interés de la comunidad internacional para ayudar a la nación caribeña.

Aquí, en México, dice John, no se ha acercado nadie a darles apoyo. Se encuentran solos.

Señala que comprar comida en los negocios cercanos, pues nadie les ayuda en Querétaro. Para la higiene personal, buscan en los baños de la terminal.

Un hombre más llega al grupo que espera afuera de la TAQ. Fue a buscar algo de comida. Inicia un diálogo con las mujeres que lo esperan. Las mujeres se levantan y comienzan a caminar en las inmediaciones, mientras John explica que se quedan en la terminal porque no tienen dinero para alquilar una casa o un refugio para pasar los días mientras descansan y siguen su camino al norte.

La semana pasada, el gobierno de México anunció el cierre temporal de 33 estancias migratorias a lo largo del país, una de las cuales se encontraba en Querétaro. En estos recintos los migrantes, dependiendo si eran estancias provisionales tipo A o B, podían permanecer hasta 48 horas, en las primeras, y hasta siete días, en el caso de las segundas.

Debido al incendio en la estancia del Instituto Nacional de Migración (INM) de Ciudad Juárez, Chihuahua, el pasado 28 de marzo, que cobró la vida de 39 migrantes y dejó heridos a otros 28, el gobierno federal determinó cerrar estos espacios, mientras se llevaba a cabo su revisión.
El hombre recuerda que en Haití, después de estudiar, se dedicó a trabajar en la construcción, por lo que una oportunidad en ese sector no le vendría mal.

El tránsito de personas en la TAQ no se detiene, pero los migrantes haitianos permanecen en el lugar. Caminan de un lado a otro. No piden nada a las personas que se encuentran.

Una joven mujer permanece semi recostada en las mochilas en las que llevan sus pertenencias. Mientras las otras mujeres se separan en direcciones distintas. John toma a la bebé de la mano y camina de un lado a otro por el pasillo.

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