“Nunca me llamó la atención tatuarme ni el ser tatuador, fue algo muy aleatorio y no me veo a mi mismo tatuado”, aseguró Gabriel “Astaroth” tatuador queretano que, hasta el momento, no tiene ningún rayón en su piel.

Tiene 33 años y tatúa desde hace cuatro y medio, asegura que su intención nunca fue dedicarse o formar parte de este mundo, que al paso de los años ha cobrado más fuerza y popularidad, al grado que una gran parte de la población tiene por lo menos algún dibujo en su piel.

Inicios

Él estudió Artes Plásticas, en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) de 2005 a 2009 y de 2011 a 2015 Restauración de Arte.

Al egresar se dedicó de lleno a la restauración, incluso tenía un taller en el centro de la ciudad, pero una amiga que conoció por un proyecto artístico, Tali Manríquez, le comentó que ella es tatuadora y le podía enseñar cuando quisiera.

“Cuando concluyó el proyecto de restauración en el que trabajaba, no tenía nada que hacer y le tomé la palabra, fui al estudio que tenían en el centro que se llamaba Estudio 4, le hice mi primer tatuaje y a raíz de ahí —yo tenía un taller de arte y pintura en el centro— comencé a tatuar”, narró el joven.

Gabriel agrega que al principio, sólo tatuaba los fines de semana, pero de pronto decidió que se quería dedicar de lleno al tatuaje para poder avanzar más rápido, ya que asegura está ocupación requiere de constancia y disciplina.

“Yo empecé con naranjas, una papa, un plátano, un mango que funcionó chido porque tiene la piel similar, y una toronja, todavía tengo la primera que tatúe, se seca por dentro y no se pudre”, explica.

La pasión por el dibujo

El tatuaje logró convencer a Gabriel porque lo acercó de nuevo al dibujo, arte que había abandonado cuando entró a la especialidad de restauración.

Dice que dibujar es algo que le apasiona y cuando volvió a hacerlo para lograr los diseños de los tatuajes que le pedían, se sintió muy bien.

“Lo que me gustó del tatuaje es que me acercó más al dibujo, cuando entré a restauración me alejé de esa parte; por eso opté por dedicarme al dibujo y tatuaje y dejar la restauración, y a seguir pintando que me gusta mucho”, expresa.

Su integración a “T de Tinta”

“Astaroth” explicó que, cuando se formó el proyecto T de Tinta, Talí lo invitó a sumarse y desde ahí formó parte de un estudio de tatuaje “Dije, vamos a darle y así fueron mis inicios”.

Ahora lleva tres meses siendo encargado del estudio, puesto que asegura es más pesado, pero le gusta.

“Hace tres meses estoy encargado de T de Tinta, me está gustando, es una doble tarea y el estudio va creciendo, esperemos se pueda renovar otro año aquí en esta casa, ya no quisiéramos buscar otro lugar porque la mudanza es pesada (...) Somos nueve en el equipo y es mucha chamba estar a cargo de que no les falte nada, cada quien tiene sus citas y las que llegan directo al estudio se canalizan, nos falta la parte de publicitar y como es un estudio privado, es más de voz en voz y publicidad en redes sociales”, comenta Gabriel.

Sin tatuajes se siente bien

El encargado del estudio destaca que los clientes se sorprenden cuando le preguntan cuántos tatuajes tiene y contesta que ninguno, lo que ocasiona preguntas como: por qué y cómo vas a saber lo que se siente.

“Se sorprende la mayoría [de la clientela] cuando saben que yo no tengo ningún [tatuaje], porque es muy raro en el mundo del tatuaje que alguien no tenga, porque muchos prueban con su piel”, refiere.

Entre las razones por las que no se ha tatuado, el joven queretano explica que está la indecisión y el temor a las agujas o inyecciones, aunque sabe que no es la misma sensación no deja de creer que sentirá muchos nervios.

“No sabría que tatuarme, ni por dónde empezar, siento que es una decisión difícil, sobre todo para mí, es más fácil diseñar algo para alguien más, yo no sé qué quiero, tengo muchas ideas, pero una en especial para mi primer tatuaje no se me ocurre, aparte me dan miedo las agujas, me dan nervios, sé que no es la misma experiencia, porque la inyección sí penetra y el tatuaje es superficial de cierta manera, pero los nervios estarían ahí”, confesó.

Gabriel refirió que con el tiempo que lleva ya puede identificar qué zonas son las que en general causan más dolor, sobre todo por los gestos y movimientos que hace cada persona, esto a pesar de que cada quien tiene una reacción diferente.

“Necesitaría estar rayado todo para ver dónde duele más, igual y soy muy chillón y me duele todo”, comenta.

Viajes para tatuar

Gabriel cuenta que en los años que lleva tatuando ya tuvo la oportunidad de ir a Canadá y hacer algunos trabajos como invitado en un estudio.

“Estuve tres meses, nos fuimos a la aventura y empezamos a mandar mensajes a los estudios si aceptaban invitados, Tali encontró uno, yo me las vi más negras porque me encontré uno hasta Quebec, pero pregunté si me podía quedar en el mismo estudio de Tali y la chava buena onda sí me dejó quedarme ahí por más tiempo (...) No tengo mucho espíritu viajero, soy mucho de casa, me gusta mucho Querétaro soy 100% de aquí”, expresó el queretano.

Pilón

El tatuador explica que empezó a usar el sobrenombre de “Astaroth” desde que iba en prepa, y lo eligió porque es la dualidad con su nombre.

"Astaroth es el nombre de un demonio y Gabriel es un arcángel, es la dualidad, me gustó, estaba en la prepa cuando lo elegí, pero en la universidad empecé a firmar así, mucha gente me conoce así”, dice.

Asegura que el tatuaje le ha dejado muchas cosas positivas, y por eso lo seguirá haciendo hasta que pueda ir a la par que la pintura.

Google News

TEMAS RELACIONADOS