A pesar de ya no ser obligatorio el uso de cubrebocas en la mayoría de los espacios públicos, los queretanos no han dejado de lado su uso. Lo siguen portando como una medida de seguridad ante un posible contagio de Covid-19.

Las autoridades sanitarias del estado anunciaron el pasado martes nuevas medidas para el Escenario A de la pandemia, las cuales incluyen el uso voluntario del cubrebocas, así como el aforo de 100% en espacios públicos. A pesar de ello, muchos ciudadanos optan por seguir con las medidas para protegerse de contagios de SARS CoV-2.

En calles del primer cuadro de la ciudad de Querétaro, la gente camina aún con el cubrebocas puesto. Aunque no falta quien ya no lo utiliza y camina con el rostro descubierto.

Para entrar a los negocios se pide a los clientes que porten el cubrebocas. Los clientes hacen caso, la mayoría de las veces. En otros, hacen caso omiso, con el pretexto de que las autoridades sanitarias ya no lo hacen obligatorio. Los encargados de la vigilancia en los locales poco o nada pueden hacer ante los argumentos de los clientes.

Mario, adulto mayor, acude al mercado de La Cruz a comprar mandado. Lleva el cubrebocas puesto. No se quiere arriesgar a un contagio.

“Imagínate, más de dos años evitando un contagio, evitando un riesgo de muerte, para que solo por una medida dictada desde una oficina te acabes contagiando. No. Prefiero seguir usando el cubrebocas y sentirme más seguro”, dice.

Agrega que como población de riesgo, prefiere tomar todas las medidas necesarias para evitar enfermarse de Covid-19, pues ha sabido de conocidos que no han sobrevivido a la enfermedad, “y, la verdad, yo quiero estar otro ratito por acá, antes de irme al otro lado”.

A su alrededor, incluso locatarios dejan de lado la mascarilla, a pesar de estar en un espacio cerrado, con el pretexto de que la “pandemia ya se acabó”, aunque no sea de ese modo.

En las escuelas es otra historia. La mayoría de los planteles educativos optan por continuar con el uso del cubrebocas, para mayor seguridad de los alumnos y tranquilidad de los padres de familia.

Maestros y personal administrativo no dejan de usar mascarillas en sus puestos de trabajo o frente a grupo.

Cuando las madres y padres de familia acuden por sus hijos a la escuela, a la hora de la salida, también lo hacen portando cubrebocas. Muestran voluntad de seguir usando el artículo que por más de dos años ha sido parte de la vida cotidiana de la humanidad.

Lidia, profesionista de mediana edad, camina por las calles del primer cuadro capitalino. Lleva mascarilla en todo momento, y dice que la seguirá usando como una medida de protección ante el Covid-19.

“El virus (SARS CoV-2) no se acaba por decreto. Lo que dijeron las autoridades de salud del estado es que ya no es obligatorio, no que fuera innecesario el cubrebocas ante la pandemia”, señala.

Comenta que momentos antes vio un incidente protagonizado por un ciudadano en una oficina de gobierno. Comenta que el guardia en la puerta de las oficinas le pidió a una persona que se colocara el cubrebocas, a lo cual el hombre respondió que ya no era obligatorio, ni siquiera en espacios cerrados.

El guardia respondió que sus instrucciones son que todas las personas deben ingresar a las oficinas con cubrebocas puesto, a lo que el ciudadano respondió que no mentía, que eran instrucciones del gobierno del estado.

El sujeto ingresó riendo a las oficinas, además de acusar de prepotencia al guardia de seguridad que solo cumplía con su trabajo.

Hay gente, afirma Yolanda, que cree que la pandemia ya terminó o que el riesgo no existe, pero no es verdad. “Todos nos podemos seguir contagiando de la Covid-19. Todos seguimos estando en riesgo. Está en cada uno de nosotros seguir cuidándonos. A lo mejor sí, ya con las medidas más relajadas, pero sin dejar de cuidarse”, sostiene.

En los supermercados y tiendas departamentales los controles de temperatura y la aplicación de gel antibacterial continúan como desde hace meses. Los protocolos no cambian. A pesar de que los aforos ya pueden ser al 100%, muchas personas hacen sus compras en solitario. Parte de la familia o sus acompañantes los esperan afuera, en estacionamientos o en las salidas de los locales.

Son pocas las personas que hacen sus compras en grupo o en familia. A lo mucho, se mueven en parejas. La afluencia de clientes no es excesiva. El movimiento es relativamente normal, con clientes que entran y salen de manera constante y sin demorar mucho.

En algunos centros comerciales, como Plaza de las Américas, donde los pasillos están al aire libre, hay clientes que no llevan cubrebocas, con el argumento del espacio abierto.

En muchos locales, las medidas sanitarias han desaparecido, o los clientes las olvidan. Pasan de largo por los termómetros y de los botes de gel antibacterial, quizá por distracción, o por descuido.

Las reglas sanitarias que por más de dos años fueron esenciales y parte de la vida cotidiana de la ciudadanía, poco a poco se olvidan, quedan de lado ante la nueva normalidad, ante el regreso a las actividades educativas y profesionales, aunque las cosas, la vida, no volverán a ser iguales, al menos para esta generación.

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