Pasaron más de dos años desde que a Mónica Herrera Rosillo, diseñadora gráfica de profesión, la despidieron injustificadamente por su orientación sexual y hasta la fecha la empresa donde prestaba sus servicios aún no le paga su liquidación, a pesar de verse obligada a ello.

Han sido meses de desgaste tanto físico como emocional, además de haber trastocado su economía.

“No se ha podido lograr el cobro de mi liquidación por mi despido injustificado. Pasaron muchas cosas. De hecho, ya hubo un juicio. La sentencia ya está dictaminada. El detalle aquí es que la empresa [Grupo Gastronómico Pampas] sigue sin aparecerse, no se han presentado, no han dado respuesta.

“Desde antes del juicio, cuando se estaba tratando de solucionar a través de la Junta de Conciliación y Arbitraje, estaban negando que yo trabajara ahí. Desde ahí todo comenzó mal, y precisamente por lo mismo, inclusive han negado conocerme, han dado esa negativa”, narra la joven diseñadora.

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Explica que incluso la empresa tiene varias razones sociales. En su juicio sólo les dieron pauta para poner algunas de estas razones sociales. Al momento del juicio se pueden cambiar de una razón social a otra, y terminan sin proceder al embargo, por lo que no se ha podido cobrar su liquidación.

En febrero de 2023, Mónica fue despedida de manera injustificada tras trabajar dos años y tres meses en ese lugar. Denunció discriminación por su orientación sexual. Narra que una persona dentro de la empresa la insultó en el área de trabajo y con sus compañeros como testigos. Acudió al área de recursos humanos para hacer el reporte de lo sucedido, pero la empresa no hizo nada para solucionar el incidente y, por el contrario, la despidieron. También se dio cuenta de que había muchas violaciones laborales.

A la empresa le ofrecieron pláticas para tener herramientas que evitaran situaciones como las que vivió Mónica, pero se negaron a participar en estas charlas. Después de eso, el ambiente laboral se hizo insoportable.

En fechas recientes, la empresa ofreció una suma de dinero a Mónica, pero no era cercana a la cifra que le correspondía por ley. Sin embargo, todo se ha complicado por las diferentes razones sociales que tiene la empresa, por lo que no ha logrado el embargo para obtener su liquidación, luego de más de dos años de haber sido despedida.

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Comenta que desde su salida no ha tenido contacto con nadie de la empresa. Incluso, algunas personas con las que llevaba buena relación cuando trabajaba, ahora le han retirado la palabra. Mónica considera que esta situación es parte de la estrategia de la empresa, que ha negado que la joven trabajara en la firma.

Agrega que tras su salida de la empresa, hubo compañeros que la buscaron para consultarle sobre su caso, pues vivían una situación semejante a la suya.

“Sí sé que después de mí [de su despido] hubo más de un despido injustificado, porque inclusive excompañeros con los que a lo mejor no era tan allegada, me llegaron a contactar para preguntarme cómo iba mi caso, porque querían un poco de asesoría, de qué estaba haciendo yo y cómo se estaba manejando la situación”, precisa Mónica.

Incluso, indica que una persona la buscó porque la despidieron de manera injustificada, porque se negó a que le bajaran el sueldo.

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Comenta que en un principio acudió al El Frente Queretano por el Derecho a la No Discriminación y el Estado Laico para solicitar ayuda con su caso. Recientemente, volvió a acudir a la organización para pedir asesoría, y la remitieron a instancias municipales, para tratar de solucionar su problema.

Emocionalmente, la situación ha afectado también a Mónica. Recuerda que el día que pasó el incidente que detonó su queja, cuando llegó a su casa, pensó mejor la situación, notando que no estaba bien. Luego, lo comentó con su jefe directo, quien coincidió con ella.

“Es algo muy desgastante. Ya dos años de estar en juzgados, de estar pendientes. Al final de cuentas, dos años después, es algo que sigue afectándome de cierta forma, porque tengo que invertir tiempo que podría usar en otras cosas y que tengo que estar de nuevo viendo cómo se puede solucionar”, abunda.

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Dice que la empresa tiene malas prácticas en su interior, y que al inicio de su demanda le asustaba, algo que ha tenido que trabajar. Incluso, le han preguntado si vale la pena continuar con esta lucha. Para Mónica, sí vale la pena. Darse por vencida, enfatiza, “no va con lo que yo pienso y creo”.

Aunque actualmente tiene otro empleo, desde su despido injustificado hubo un “desequilibrio” económico en su vida, del cual aún a la fecha no se puede recuperar, aunque poco a poco trata de salir adelante.

Mónica pide a la empresa que dé la cara, que cumplan con sus responsabilidades con ella y pague lo que le corresponde. A las personas que pasan por una situación semejante, las exhorta a que no guarden silencio. “Una situación así es difícil, pero quedarse callado no es una buena opción, pues si se dejan pasar este tipo de situaciones se seguirán presentando estos abusos”.

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