En una discreta habitación de su casa, repleta de vitrinas de cristal, repisas de madera, Esteban Beltrán Berenyi protege su tesoro más preciado, una colección de antigüedades integrada por más de mil 500 piezas, entre las que destacan cientos de juguetes antiguos.

Este es un sitio misterioso y desconocido para la mayoría de sus familiares y amigos, pues no más de cinco personas han tenido la fortuna a de visitar la mágica habitación, que más parece una cápsula del tiempo.

Ahí, Esteban exhibe minuciosamente cientos de muñecas, carritos de plástico o de hojalata, alcancias, superhéroes, muñecos de cuerda, Barbies, avioncitos y trenes.

“Tengo piezas de todas partes del país, de Guadalajara, de Colima, por supuesto de Querétaro y obviamente muchísimas piezas las he comprado por internet. Piezas de cada una de las décadas y también tesoros familiares, como la maquina de escribir que era de mi abuela, de los años 30”.

“Yo tenía 18 años cuando comencé a coleccionar, inicié con llaves y candados, era un sacrificio muy grande porque yo no tenía mucho dinero y prefería invertirlo en eso que en otras cosas. Con el paso del tiempo fui comprando un juguete antiguo, después otro y otro y cuando menos lo imaginé ya no tenía espacio en mi casa para guardarlos, por eso construí esta pequeña galería”.

Pero la colección de Esteban no se limita a los juguetes antiguos, también colecciona artefactos de uso diario que nos recuerdan a la vida en otras épocas, por ejemplo teléfonos de casa, acetatos, cassettes, tocadiscos, lámparas, quinqués, muebles de habitación incluso un semáforo de aeropuerto que la propia empresa Semáforos de México (Semex) le quería comprar.

El juguete más antiguo en su colección es del año 1900, aunque tiene juguetes de los años 20, 30 y 40 y décadas más recientes. Esteban ha pagado entre 4 mil y 5 mil pesos por un juguete antiguo para agregarlo a su colección, e incluso 9 mil pesos por alguna otra pieza que no sea un juguete.

Esteban clasifica sus juguetes en dos categorías; los que nunca fueron jugados y se encuentran en un óptimo estado de conservación, y los juguetes que sí fueron usados, cuyas marcas de tallones y raspaduras hablan por sí solas. Para el coleccionista los más valiosos son los segundos, pues considera invaluables todas las historias qué hay detrás del juguete.

“Si algún juguete está descompuesto o roto, prefiero dejarlo así, no me gusta llevarlos a que los reparen. Para mí tiene mucho mas valor un juguete que fue usado, porque para eso son. Me gusta descubrir un juguete que fue pintado varias veces o que tiene raspones, me imagino a los niños que jugaron con él”.

Se dice consciente de la vibra tan fuerte y pesada con la que cargan algunas piezas, sobre todos los juguetes. Por eso fue que después de un par de noches sin dormir, y de unas cuantas experiencias que él llama “inexplicables”, decidió aglomerar cada una de las piezas de su colección en la habitación que ahora funge como sala expositora; un lugar en donde Esteban disfruta de su privacidad y al que acude para relajarse.

El coleccionista cuenta con tristeza que su hijo Esteban no siente pasión por sus piezas de colección, ni tampoco su esposa, por lo que teme que sus valiosos tesoros terminen en la calle, una vez que él muera. Por eso no descarta la idea de exhibir su colección en algún local del Centro Histórico de Querétaro.

“Es algo que debo pensar y planear muy bien, me gustaría que la gente conociera esta colección, porque cada pieza tiene magia propia, a las personas aunque no le gusten los juguetes, se sienten atraídos por ellos, llaman la atención porque nos identificamos con ellos”.

Y para que la colección jamás deje de actualizarse, guarda en un baúl varios juguetes actuales, como superhéroes, barbies y juegos de vídeo, porque sabe que en un futuro, tal vez 30 o 40 años, serán piezas valiosas.

Esteban recuerda que en su infancia tuvo muy pocos juguetes; algunas veces su abuelita le daba un peso como recompensa por ayudarla a cargar las bolsas del mandado, y con ese peso compraba un juguete de los más económicos en el mercado.

¿Quizá de ahí viene esa añoranza por los juguetes antiguos?, Esteban no lo sabe, pero sí está convencido de que cada pieza en su colección es invaluable y que por ninguna situación sería capaz de desprenderse de ellas.

“Estos son mis tesoros, veo muy difícil que yo me deshaga de ellos, es algo que he logrado a lo largo de muchos años, esta colección es mi tesoro más grande en la vida”, comenta el coleccionista.

Esteban Beltrán Berenyi ha hecho de su colección de juguetes antiguos un museo virtual, pues a través de facebook difunde cada una de las piezas.

La páginas de facebook donde se pueden ver los juguetes antiguos de Esteban son “Esteban Fierro Bltrn” y “Museo virtual del juguete antiguo”.

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