La pandemia ha cambiado las dinámicas de los espacios culturales y para el Museo de Arte, que celebra su 32 aniversario el próximo 24 de septiembre, no es la excepción. De acuerdo con su curadora Isabel Du-Pond, la pandemia les otorgó la posibilidad de replantear nuevas dinámicas como cambiar las colecciones, el montaje y “jugar” con las donaciones para estar listos al reanudarse las actividades.

El 32 aniversario de este museo se llevará a cabo con la inauguración de la exposición “Gynes, Cartografía de la Estética Femenina”, en formato virtual a través de las redes sociales del museo y la Secretaría de Cultura a las siete de la noche. A partir del 25 se podrá visitar la muestra presencialmente, siempre y cuando se agende cita. Para la exhibición se convocaron a mujeres artistas visuales que estén o hayan producido obra en la ciudad. Al llamado acudieron 80 autoras que de alguna forma muestran una instantánea del momento histórico que viven, en muchos casos es obra reciente o piezas creadas ex profeso para este evento.

Isabel Du-Pond, en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro, menciona que a las autoras se les otorgó la libertad temática conceptual y técnica para enviar sus propuestas, la única restricción fue el tamaño de las piezas.

“La exposición es una cartografía, un catálogo de la visión femenina de la mujer queretana en este momento”, comenta.

Para Du-Pond desembalar la obra es dejarse sorprender por las autoras como parte del ejercicio al que se enfrentan. “Cómo abrir los regalos debajo del árbol de navidad, tratar de lograr ese hilo conductor entre tanta variedad de técnicas y diálogos tan independientes pero tan universales”.

José María Cabrera experto museógrafo dice que “hay una gran ausencia de mujeres (pintoras) en los museos. [Gynes] es una manera de subsanar esta falta histórica. Es una exposición que visibiliza la plástica femenina”.

Los donadores del museo.

José María Cabrera museógrafo y docente de arte, explica que la colección de donadores se ha construido a partir de un ejercicio, que desde mediados de los años 80, del siglo pasado, y principio de los dos mil; “era una tradición que el artista dejara una pieza de la colección que se exhibía” para que formar parte de un acervo que se estaba formando.

Aunque el museo siempre está abierto a las donaciones y ante el incremento de las exposiciones y la falta de espacio de almacenamiento ahora “para convertirse en donador la obra tendrá que ser aceptada por un comité ya que conservar la obra genera gasto de recursos económicos, de difusión, logísticos, preservación. La colección consta de piezas desde la primera mitad del siglo 20 hasta la actualidad de artistas locales, nacionales e internacionales”.

La especialidad que no se ve

La educación en México no tiene un enfoque hacia la cultura afirma el museógrafo Cabrera, “tenemos que tomar en cuenta que en la educación general no hay un enfoque hacia el arte ni hacia la cultura, es mínimo, incluso en escuelas especializadas”.

“Es muy complicado que el público que visita los museos y las galerías conozca lo que realiza un museógrafo, un museólogo y un curador de arte. No están en el imaginario de las personas porque hace falta una educación más completa. Aunque lo ideal es que el museógrafo y el curador desaparezcan en lo que es una exposición. Hubo una época en la que se puso de moda que el curador se convertía en un artista más y de repente tenía más personalidad que la misma obra; eso no está bien. Si no aparecemos, quiere decir que estamos haciendo bien nuestro trabajo. El lado negativo es que la gente no sabe que implica el montaje”, comenta.

Para Isabel Du-Pond el trabajo del curador no solamente es un trabajo individual, sino “es un gran trabajo en equipo, que hacen que una exposición funcione; involucra a todos los departamentos que hacen que todo el engranaje del museo camine: el administrativo, intendencia, seguridad, dirección, servicios educativos y curaduría. Mucha gente cree que estos cuadros se cuelgan solos o es cosa de poner un clavo y ya; no saben que hay todo un análisis de distancias, espacio, aire y aura”.

El curador tiene la responsabilidad de crear una experiencia al espectador, una narrativa y una dialéctica entre artistas y espectadores o entre obras que generalmente no se observa.

“Muchas veces hemos notado que las personas no leen, hacemos un esfuerzo por hacer textos de sala de la manera más clara y digerida, para que se lea al menos una cuartilla y los visitantes tengan una visión general de la exposición. Con eso hemos luchado, las personas difícilmente leen” reitera Isabel.

—¿Podría solucionarse con el tema de las redes? —Seguramente sí, es un muy buen recurso para que se enganche el público.

Du-Pond y Cabrera coinciden en que la exposición es un medio de comunicación, “el artista tiene algo que decir, sobre algún pensamiento, alguna ideología, algún momento de su vida, pero siempre va a haber un diálogo”.

Para José María Cabrera “la idea del nombre de la exposición, es una castellanización de la palabra Gyné, que en griego antiguo quiere decir: mujer. La idea de mostrar un mapa sobre la plástica femenina llevó a algunas artistas a producir una pieza para esta exposición y habla de cómo se ven ellas mismas en este momento”.

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