José Luis Varela Corona se para en la acera frente a su negocio de dulces tradicionales, en el barrio de La Cruz. Invita a los pocos paseantes que visitan la ciudad de Querétaro a conocer los dulces tradicionales que ofrece en su negocio familiar y que por la emergencia sanitaria peligra, pues la mayoría de sus clientes son turistas.

“Pásele, conozca los dulces tradicionales”, dice José Luis, hombre mayor que no pierde la amabilidad, a pesar del duro momento que pasa su negocio.

Del otro lado de la acera, el atrio del templo que da nombre al barrio luce vacío. No hay turistas. Los visitantes son escasos. “Me tengo que salir a la calle o a la iglesia para jalarlos al local”, indica José Luis.

“Vivimos del turismo, pero desgraciadamente ahorita no hay. El poco que tenemos y la gente local es de lo que nos estamos manteniendo”, explica.

Recuerda que durante el aislamiento social estuvieron totalmente cerrados. Durante 110 días no abrieron, por lo que ese tiempo tuvo que amortizar renta y servicios que no dejaron de cobrarle.

Con voz tranquila, comenta que, del momento que abrieron a la fecha, las ventas disminuyeron 70%, lo que no sólo repercute en sus ingresos, también sus proveedores se ven afectados, pues al no tener ventas, él deja de surtir mercancía. “Es un círculo”, señala José Luis.

Indica que el local que tiene casi enfrente del templo de La Cruz es el segundo, pues el negocio marchaba bien. Desde hace dos años había decidido, junto con su familia, rentar el local, para atender de manera más cómoda a sus clientes, pues el original, a media cuadra, ya era insuficiente para la cantidad de personas que lo visitaban. Sin embargo, dentro de poco tendrá que dejarlo, pues las ventas son bajas y los gastos son muchos.

Comenta que después de tantos meses de emergencia sanitaria, con negocios cerrados y la ausencia de los turistas, “el colchoncito” que tenían para imprevistos ya se agotó.

Apunta que confía en que este fin de año se pueda recuperar algo de lo perdido. Para ello también han preparado algunas promociones, esperando subir sus ventas durante el último mes del año.

La calle luce vacía. En unas bancas cercanas dos adultos mayores que fuman cigarrillos son las únicas personas que están a la vista. Con poco más de 23 mil casos de Covid-19 en el estado, muchas personas deciden quedarse en casa. Quienes se tienen que ganar la vida, porque viven al día, salen a trabajar, buscando cumplir con su jornada y regresar a casa.

Además de las ofertas de temporada, José Luis apunta que el internet y las redes sociales les ha ayudado a estar cercanos a sus clientes.

Dice que hasta antes de la emergencia sanitaria seis personas trabajaban en la tienda, pero ahora sólo son la mitad: la esposa de José Luis, un muchacho que les ayuda y él mismo. Por la crisis tuvo que despedir a 50% de su personal.

Actualmente, durante toda la jornada, apenas atiende a entre 10 y 15 personas, cuando antes no se daban abasto.

María de Lourdes Reyes Onofre, esposa de José Luis, explica que uno de los atractivos principales de la tienda son los licores tradicionales que ella misma elabora y cuya receta fue heredada de su suegra.

“La receta sólo se la puedo dejar a mi hija, porque es una tradición de mujer a mujer. Tengo dos hijos y ellos sí se perdieron, a ellos no, ni a las nueras”, expresa.

“La única que va a tener la responsabilidad del licor es mi hija y ojalá tenga hijas para que continúe con la tradición. Es una promesa que se hace”, agrega.

Apunta que la tradición es pasar la receta de los licores a las mujeres de la familia, pero su suegra no tuvo hijas, por lo que recayó en ella continuar con la elaboración de la bebida.

En un principio, recuerda, sólo vendían los licores, pero muchas personas buscaban más productos, así fue como se les ocurrió la idea de ofrecer dulces. En poco tiempo, la fama del negocio creció y se posicionó en el gusto de los visitantes y de los locales que los conocen.

En un inicio, los licores eran únicamente para elaboración familiar, pero desde hace 12 años decidieron comercializarlos, siendo muy populares.

Una familia llega al negocio, observa desde la parte de afuera, mientras que José Luis la invita a pasar al negocio y ver, pues de la vista nace el amor, los mazapanes artesanales, los rollos de guayaba y, por supuesto, los licores de diferentes sabores que ofrecen a los clientes.

José Luis agrega que hay que seguir trabajando, no darse por vencidos, para reactivar la economía del estado tras la emergencia sanitaria.

Confía en que las cosas serán mejores, que esto pasará pronto y que con sus productos podrá endulzar a Querétaro y a los turistas que espera pronto regresen.

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