Después de más de un año de medidas sanitarias, de usar cubrebocas de manera estricta, de conservar la sana distancia y lavarse las manos constantemente, muchos queretanos relajan las precauciones. Dejan de usar la mascarilla, piensan en una falsa seguridad que dan las cifras a la baja en el número de contagios y el avance en la vacunación contra el Covid-19.

Personas sentadas en las bancas de las plazas públicas de la ciudad de Querétaro, sin conservar la sana distancia, platican animadamente sin la protección que da la mascarilla, ajenas a que aún hay riesgo de contagiarse del SARS CoV-2.

Otros caminan por las calles sin preocuparse de usar el cubrebocas y que en el camino se cruzan con muchas personas que tampoco usan la protección que las autoridades de salud recomiendan para evitar que se disparen los contagios.

Ya sea por “comodidad” o desidia, los queretanos dejan de lado su uso, a pesar de que en varios estados —que están en color verde del semáforo epidemiológico de Covid— registran un aumento significativo en el número de contagios.

Quienes no usan cubrebocas, sólo se lo colocan en el momento en el cual ingresan a algún comercio, donde su uso se vuelve obligatorio, aunque utilizado así de poco o nada sirve, pues en la calle ya pudieron haber contraído el virus.

En el jardín Guerrero camina una pareja. Ella lleva cubrebocas. Él, no. En un momento se cruzan con una mujer que tampoco lo usa. Pasa a menos de un metro de distancia entre ellos. Parece no importarles.

Más allá, una pareja de vigilantes platica a menos de un metro de distancia. Uno de ellos lleva el cubrebocas en la barba. También muy cerca, tres hombres conversan. El que está en medio no usa mascarilla.

Muchos ciudadanos se despojan del cubrebocas por unos minutos. Lo hacen para fumar un cigarro o tomar una bebida. Algunos son precavidos y lo hacen a distancia. Se alejan a donde no haya nadie cerca, para evitar estar descubiertos en presencia de más personas.

El jardín Zenea, en tanto, hasta hace poco vetado para los paseantes, ahora luce lleno de personas que buscan una banca bajo la sombra de sus árboles. Muchos aprovechan para “sacarse” el cubrebocas y así respirar un poco de aire fresco, aunque ello conlleve el riesgo de contagiarse de Covid-19, que el pasado martes cobró la vida de cinco personas que estaban hospitalizadas y registró 41 nuevos casos.

El movimiento en el primer cuadro queretano es intenso. Los locales comerciales, aquellos que sobrevivieron a la pandemia y su confinamiento, abren sus puertas en espera de los compradores y clientes. Los tapetes sanitizantes, hasta hace unos meses húmedos e imprescindibles, ahora casi son opcionales y están secos. Lo que sí no se olvida es el gel antibacterial, que sigue estando presente en las puertas, pero que muchos clientes “no ven” antes de pasar a los comercios.

Los artesanos ocupan el andador 5 de Mayo, desde Corregidora hasta Plaza de Armas. Muchos tampoco portan cubrebocas, aunque sean ellos mismos quienes los vendan a los paseantes que, dicho sea de paso, ya ven como opcional cubrirse nariz y boca.

No son los únicos. Dentro de los comercios algunos de sus dependientes no lo portan. Ya sea porque aprovechan un momento, sin clientes para comer un refrigerio, o porque el calor no deja respirar bien. Parece que por un instante los queretanos olvidan los meses de encierro, los muertos, los enfermos intubados, los hospitales llenos, el dolor de la pérdida de un ser amado. Quieren regresar a sus vidas normales, pero aceleran el retorno. Peligroso cuando aún no se “ha domado” a la pandemia.

La mayoría de los automovilistas no portan dentro de sus unidades el cubrebocas. Muchos manejan con los vidrios arriba. Algunos más con los cristales abajo por las altas temperaturas de la capital. No hay quien les llame la atención.

Sólo cuando bajan de sus unidades para comprar algo se lo colocan. Lo sacan de algún bolsillo y se alistan de prisa.

Caso contrario en las plazas comerciales, donde para ingresar empleados de vigilancia exige el uso de cubrebocas. En estos recintos, como Plaza del Parque, el personal apostado en las puertas toma la temperatura a quienes ingresan, obligan a pasar sobre tapetes sanitizantes, aplicarse gel antibacterial y que, por supuesto, lleven puesto de manera correcta la mascarilla. Esa es la única forma de entrar.

Dentro, los locatarios llevan puestas las mascarillas. Además de disponer de gel antibacterial para los clientes. No se toman a la ligera las medidas sanitarias. Han sido castigados por el confinamiento y muchos saben que volver a cerrar pondría en riesgo la viabilidad de sus negocios.

En estos lugares cerrados se respetan más las medidas sanitarias que en las calles. Son dos caras de una misma moneda. Mientras que en el centro de Querétaro las medidas contra el Covid-19 se relajan y parecen ser “opcionales”, en otros lugares es estricto su respeto.

Aún no ha pasado el peligro de la pandemia. El riesgo de contagios masivos prevalece.

Google News

TEMAS RELACIONADOS