Así como la violencia expresa la impotencia y la carencia de argumentos del agresor, el gobierno que para gobernar prescinde del marco legal, del contrapeso de los poderes legislativo y judicial, y de la opinión pública, expresa su desprecio a las leyes y a sus gobernados, a la vez que muestra autoritarismo para imponer su voluntad.

No es la primera vez que Andrés Manuel López Obrador recurre al recurso de ocultar información comprometedora, como lo fue, entre otras, toda la información sobre la construcción de los segundos pisos en la Ciudad de México, que involucra a su personalísima candidata, Claudia Sheimbaum.

Desde el inicio de su mandato, AMLO fue cuestionado sobre la viabilidad económica, operativa y funcional de sus megaproyectos, los que, en el caso de la refinería de Dos bocas y el llamado tren Maya, hasta hoy carecen de la evaluación de impacto ecológico que por normativa se requiere para iniciar cualquier obra. Cabe mencionar que en el caso de Dos bocas, la tendencia mundial es hacia las energías limpias, por lo que invertir en energías derivadas de hidrocarburos resulta antieconómico. También se le hizo ver que el monto que él había decretado valdría cada obra era ficticio, tanto como el plazo establecido de construcción.

En cuanto al aeropuerto se cuestionó que no cuenta con los permisos de la autoridad aeronáutica internacional y la existencia de un cerro en la trayectoria de las maniobras de despegue o aterrizaje.

Igualmente, en la primera etapa de la pandemia, se le insistió en la importancia de posponer dichas obras y destinar los recursos a la compra de equipo y la conversión de hospitales en instalaciones para la atención de los pacientes con Covid.

Frente a todas estas situaciones, el presidente se obstinó en mantener sus obras, involucró a las fuerzas armadas en su construcción y quitó recursos presupuestales a otras dependencias para destinarlos a ellas.

Esta semana la inició con una ocurrencia más: emitió un decreto que otorga la categoría de seguridad nacional a todos los megaproyectos de su administración, con el propósito expreso de blindar la información y evitar que sean frenados o eliminados mediante recursos legales, como lo fue al inicio de su construcción el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles AIFA. La obra se reanudó cuando un juez estableció que los amparos no procedían porque el aeropuerto militar de santa Lucía era una instalación de seguridad nacional (no que la construcción del AIFA fuera una obra de seguridad nacional).

Con este decreto el presidente evidencia su naturaleza autócrata, una especie de autismo político con el que se mete a su mundo y se aísla de la realidad: concentra todos los poderes en su persona; impide que sus decisiones estén sujetas a controles, sean cuestionadas o contravenidas; acaba con los mecanismos democráticos; con estas y otras medidas avanza en la instauración de la autocracia como sistema de gobierno; somete a control o persecución a los inconformes, disidentes, adversarios y decepcionados; garantiza la impunidad a los corruptos, al impedir su fiscalización pública; y, crea un velo de opacidad sobre las obras y su gobierno.

Este no es un acto aislado, es una amenaza más a la democracia mexicana, una evidencia más de su autocracia. Queda claro que su discurso contradictorio y simulador tiende a la manipulación y oculta muchas verdades que revelarían sus verdaderas tendencias autoritarias y demagógicas.

Periodista y maestro en seguridad nacional

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