La falta de agua, servicio de limpia y jardineras descuidadas, son algunos de los problemas que afectan a los pobladores del fraccionamiento La Pradera, quienes padecen la falta de servicios porque el constructor no lo ha entregado al municipio de El Marqués.

Con más de 10 años de existencia, La Pradera, con sus más de seis mil habitantes, es de los fraccionamientos más grandes de El Marqués, y aunque en su mayoría está vendido, la empresa constructora aún no lo entrega a las autoridades municipales.

Hasta hace unos años, el lugar lucía en buen estado. La uniformidad en las casas era la constante, zonas bien definidas para los comercios, incluso con un mercado, pero con el paso de los años las viviendas se convirtieron en negocios y las ampliaciones de las casas ahora rompen la armonía.

Leticia Olvera vive desde hace siete años ahí. Originaria de la Ciudad de México, relata que el lugar ha cambiado mucho en todo este tiempo, pues los servicios se han visto afectados, dejando de ser de calidad.

Problemática constante

Uno de ellos, explica, es el agua, pues hasta hace unos años el servicio era constante, rara vez fallaba y la presión con la que salía era óptima. Todas las viviendas del fraccionamiento, por el hecho de no estar entregado al municipio, no pagan el agua.

“El problema es la basura y el agua. El agua nos la quitan, será porque no la cobran, pero como la quitan, del diario falta. A partir de las seis de la tarde la cortan por toda la noche, antes era todo el día y toda la noche. Ahorita como a las siete u ocho de la quitan y ya no viene hasta las seis o siete de la mañana”.

Esta situación afecta la vida cotidiana de las personas, pues quienes salen a trabajar todo el día ya no pueden juntar agua para sus necesidades y actividades del hogar, apunta Leticia.

Tanto la basura en la calle, como la falta de agua, trae consigo el problema de la fauna nociva, principalmente cucarachas y roedores que pululan alrededor de las bolsas de basura. “Todo el día está la basura. Hay ocasiones que dura dos o tres días ahí”, comenta la mujer jubilada, quien señala que el mantenimiento de las áreas verdes particulares sí depende de los vecinos.

Dice que todos los días limpia, pues además le gusta tener sus plantas en buen estado. Afuera de su casa unas matas de cempasúchil y de margaritas florean, aunque una parte de la vegetación comienza a secarse, por lo que sale a cortar las ramas muertas.

En la acera de enfrente, una pila de bolsas de basura están a la espera de que pase el camión recolector.

A unas cuadras de la casa de Leticia —que vive con su esposo y sus hijos— está la primaria de La Pradera, que se ubica también a un lado de un parque, donde la vegetación, por las lluvias, creció de manera rápida, sin que nadie acuda a podar o limpiar el sitio que es usado por algunas familias para llevar a los niños a andar en bicicleta.

Las vegetación de los camellones también luce crecida, invadiendo en parte el arroyo vial. Estos espacios también son usados por vecinos que suelen llevar a pasear a sus perros, para que excreten en ellas y luego no recogen los desechos.

Leticia indica que compró una casa en La Pradera por necesidad, pues su esposo trabaja en una empresa automotriz en el estado, y el ir y venir a la Ciudad de México no era rentable por lo que buscaron un lugar en donde asentarse en la entidad.

Como tiene familiares en Querétaro, no le costó adaptarse a la entidad, aunque subraya que actualmente en La Pradera vive mucha gente de otros estados como San Luis Potosí, Veracruz, Tamaulipas, Ciudad de México, que han llegado en los últimos años.

Responsabilidad vecinal

Para que La Pradera cambiara, agrega, tendría que haber mejor calidad en los servicios, tanto de limpia como de agua, pues ambos son necesarios para mantener con buen aspecto el lugar.

Además, añade, que los vecinos se hicieran responsables de sus casas, pues los jardines lucen descuidados, muchos porque los propietarios no viven en el lugar y sólo van algunos fines de semana de visita.

“Que (el municipio) procure que los vecinos tengan más limpios sus terrenos, que si no viven aquí, que les den una vuelta porque hay mucha gente que no es de aquí”.

Pone como ejemplo una vivienda que está casi enfrente de la suya, donde explica que personas llegaron hace poco al fraccionamiento y limpiaron el jardín de la casa aledaña para dejar su automóvil ahí, aunque desconoce si los vecinos les dieron permiso o de plano no frecuentan su propiedad.

La Pradera, hasta hace unos años, lucía como un punto blanco en medio de la zona verde a un costado del anillo vial Fray Junípero Serra. Actualmente quedó en medio de fraccionamientos de nivel alto, y a un costado del nuevo hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), así como muy cerca del Circuito Universidades.

Incrementará presión

Desde poco más de un año, el desarrollador de vivienda comenzó la construcción de edificios de departamentos, por lo que la presión por los servicios, cuando estén terminados y vendidos será aún mayor. Incluso, muchos vecinos acusan a la constructora de que por su culpa se les corta el agua ya que la necesitan para hacer su trabajo.

Buena parte de las viviendas han sido habilitadas como negocios, a pesar de que existen zonas exclusivas para esa actividad. Los locales del fraccionamiento, hasta un tiempo permanecían cerrados, pues se enfrentaron a la competencia de los vecinos que abrieron carnicerías, rosticerías, verdulerías, misceláneas, estéticas, ferreterías, entre otros giros comerciales.

Un servicio con el cual sí se cuenta de manera constante es el de seguridad, pues existe un módulo de policía en el fraccionamiento donde hay presencia permanente de elementos municipales, además de que los vecinos han contratado servicios de seguridad privada, con vigilantes que recorren las calles y que cobran 20 pesos a la semana a una población que en su mayoría usa La Pradera como dormitorio.

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