El 3 de septiembre de 2015, José Carmen Bernal se presentó al Hospital General de Querétaro (HGQ) para una cirugía ambulatoria que le extraería la vesícula.

Semanas antes había acudido por dolencias en el lado derecho, que según un ultrasonido realizado por un médico particular, eran ocasionadas por piedras en ese órgano.

No obstante, después de esa primera operación, sufrió complicaciones médicas. En cinco meses fue intervenido quirúrgicamente en 15 ocasiones y su salud se fue deteriorando. La primera vez que acudió a Hospital General pesaba alrededor de 91 kilos; el 29 de enero, el último día que estuvo internado, su peso oscilaba entre los 38.

“Pasé por 15 cirugías en cinco meses. Me dejaron cicatrices que me llevaré el resto de mi vida”, dice José Carmen, quien como resultado de una negligencia médica, perdió una pierna y sufrió la perforación del páncreas y perdió parte del intestino delgado.

“Era falta de atención. Cirugía tras cirugía siempre me decían ‘le vamos a hacer esto, pero tiene consecuencias’ (…) había veces que en el piso del hospital no había nadie para atenderlo. Había veces que vomitaba y le sangraban las heridas. En dos ocasiones se le abrió la herida y tres días se mantuvo así y no hicieron nada”, relata Isabel Fierro, su esposa, quien derivado de las omisiones por parte del personal médico presentó una denuncia ante la Defensoría de los Derechos Humanos (DDH) y una más ante la Fiscalía General del Estado (FGE).

“Estaba desesperada por la situación de ver a mi esposo inconsciente. No sabía qué hacer, temía mucho que me dijeran ‘su esposo tal vez no despertará mañana’, o que no saliera del quirófano. No sabía a quién acudir. Fui a la Cameq y sólo me dijeron ‘estaremos al pendiente’, pero no hicieron nada”, acusa la mujer.

José Carmen tiene 38 años y es padre de siete hijos. Aunque el mayor tiene 20, sólo vive con sus hijos más chicos de nueve, siete y 15 años, quienes dependen de él económicamente. Después de la operación y los gastos médicos, la familia se vio forzada a dejar su casa en Buena Vista (en donde pagaban 3 mil pesos mensuales) por un local en la colonia Hércules. Al mes, por este espacio, dan un apoyo de 500 pesos.

Anterior al incidente, José Carmen era jugador y entrenador de futbol de equipos como Buena Vista y el Chilos, además mantenía dos empleos como cocinero y mesero en restaurantes, donde ganaba un aproximado de tres mil pesos semanales.

No se da por vencido. Meses después, José Carmen ha encontrado una forma de sostener a su familia vendiendo flanes por las calles de la ciudad, al igual que su esposa y su hija de 15 años, quien dejó la escuela para ayudar a la familia. Aunque la negligencia médica le ocasionó pérdidas irreparables, no sé da por vencido.

Además de sostener por este medio a su familia, también ha encontrado otra forma de salir adelante. Logró contactar con el equipo de futbol de la ciudad Los Coyotes, integrado por personas con discapacidad que se dedican a fomentar el deporte y a dar pláticas motivacionales para de esta forma ayudar a quienes han sido víctima de la pérdida de uno de sus miembros.

“Me dejaron cicatrices, que llevaré el resto de mi vida, pero lo que no me llevaré es el rencor, el coraje ni los malos deseos. Por eso cambié el yo quiero por el yo puedo, cambié el mañana, por el hoy. Desgraciadamente me quitaron un pie, pero no la inspiración. Me quitaron mi intestino, más no pudieron quitarme ‘el hambre’ de luchar por lo que yo quiero y considero es lo correcto”, lee de uno de los fragmentos que escribió para las pláticas motivacionales.

“Rodrigo Campos me animó mucho a entrar al equipo a jugar futbol. Yo no pensaba volver a jugar y fue una de las personas que más me ha apoyado, inclusive me ayudó para encontrar un lugar donde vivir. Ahora me mantengo ocupado porque salimos a dar exhibiciones de futbol, pláticas motivacionales y me han ayudado a integrarme a la sociedad otra vez, porque hubo un momento en el que yo me sentía extraño”. No obstante, antes de lograr encontrar apoyo con el equipo de futbol y su familia, también recibió negativas por parte de las autoridades. Además de la omisión de la Comisión de Arbitraje Médico en el estado (Cameq), dos servidores públicos empleados de gobierno del estado, intentaron disuadirlo de presentar una denuncia.

Su esposa relata que ambas personas se presentaron en su casa para ofrecerle un total de 20 mil pesos como una ayuda para que desistiera de presentar una queja ante la Defensoría de los Derechos Humanos (DDH).

“No es justo que quieran sacar beneficio aprovechándose de las víctimas. No sé si a ellos los comprarían o les ofrecieran dinero, pero son servidores públicos. Cuando fueron a la casa dijeron: ‘Esto es entre nosotros, es un apoyo que hemos gestionado para ustedes, pero necesitamos que firme un documento para que desista de la queja’”, comenta la mujer.

“Pagamos caro la ignorancia. No tenemos conocimiento de nuestros derechos ni qué alcance podemos decidir sobre nosotros mismos”, agrega José Carmen, quien insiste sobre la necesidad de conocer la información adecuada para evitar este tipo de negligencias.

“Me gustaría darle una vida digna a mi familia, una casa donde pudieran desenvolverse y no un local donde ahora vivimos. Quisiera tener mi propio trabajo, un restaurante donde yo pudiera cocinar. Dios pone todo en su lugar y estoy en el lugar indicado, porque creo que hay que sacarle lo mejor a lo peor. Sacarle algo bueno para los demás, es lo que a mí me anima y me mantiene de pie”, afirma.

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