Sus manos se mueven con destreza y seguridad. Su mirada se clava en sus instrumentos que con delicadeza toman el aparato reproductor de una gata que esteriliza. De niño, Edson Alberto Melendez Romero soñaba con ser policía, pero la vida y su amor por los animales lo llevó a ser veterinario y ahora participa en las campañas de esterilización de mascotas de Corregidora.

“Quería ser policía. Ahora sí que los caminos que va dando la vida, y las ventanas que le va mostrando a uno, es lo que me trajo a esto. La pregunta del millón es porqué uno es veterinario, y la respuesta es la de siempre: me gustan los animales, toda la vida me han encantado los animales. Nunca pensé en acabar así, pero no me arrepiento. Es una carrera muy hermosa, estoy agradecido por lo que me ha dado”, explica.

En la mesa el quirófano móvil hay dos gatas que esperan su cirugía. Ya están anestesiadas y una ya está en proceso de esterilización. Para ingresar el pequeño espacio es necesario cubrirse cabello y boca, para evitar una infección en los delicados pacientes que por unos momentos están “fuera de este mundo”.

Las condiciones de higiene son óptimas, desde los instrumentos, hasta la mesa de operaciones. Edson, con gorro, bata y guantes lleva a cabo las cirugías, programadas con anticipación, para evitar que se sature de trabajo y no pueda cumplir con las medidas de higiene y seguridad.

Afuera, en la sala de espera, también dentro de las instalaciones del quirófano móvil, varios pacientes ya esperan su turno para pasar con el veterinario. Un gato y dos perros, entre ellos un enorme pit bull, color gris, serán los próximos en ser operados.

Edson trabaja en Corregidora desde 2009 como veterinario, y en los últimos años se ha especializado en las cirugías para mascotas.

“Las jornadas laborales un poco cargadas de trabajo, hay que dar primero citas, hablar con la gente, especificar la condiciones en las que se quiere que venga la mascota, para reducir por problemas que se puedan presentar en la cirugía y después de la misma. Se hace la recolección de los animalitos, y conforme van llegando entran a cirugía”, indica.

Con dos pinzas, sujeta parte del aparato reproductor de la gata. Uno de ellos servirá para hacer el corte, para evitar que quede preñada y haya muchos más gatos en las calles o siendo maltratados. Apunta que al día se hacen entre siete y ocho cirugías, en cada una se tarda de 20 a 30 minutos que incluyen el proceso de sedación. Añade que todas las cirugías son complicadas, y todas se pueden complicar en cualquier momento, por lo que se debe de buscar hacer el trabajo de la mejor manera posible.

Los olores a hierro de las vísceras y el de heces se mezclan en uno solo, pero después de unos minutos el olfato se acostumbra a los mismos y pasan desapercibidos, así como el bamboleo del quirófano móvil, que de un lado a otro se tambalea cada vez que alguien se sube o camina en él.

“Para una hembra se hace una incisión a la altura del ombligo, se buscan los ovarios, se exponen, se ligan. Después seguimos hasta el cuerpo uterino hasta cerviz, que se expone, se liga, para luego volver a introducir a los órganos internos y se cierra la herida”.

En el caso de los machos se hace una incisión en el escroto hasta la base del pene, se exponen los dos testículos y se cortan, se ligan los conductos.

Explica que las mascotas deben acudir a sus citas completamente sanos, para evitar una complicación.

Del mismo modo, se pide a los dueños de los perros y gatos que tengan ciertas condiciones para la operación, como venir sin comer, que no estén en celo, gestantes o en celo, pues son condicionantes para que puedan haber fallas en la operación.

No sólo han sido perros y gatos domésticos, pues además, en su trabajo en la Unidad de Control y Protección Animal tuvieron que atender a un lince y un cara cara, por la imprudencia de la gente que no los cuida.

El caso del lince, narra, fue el más grave, pues el felino venía herido. “Venía con una lesión en el miembro posterior derecho, pues se había atorado en una trampa de conejo, “se le tuvo que amputar el miembro, pues no había manera de salvarlo, ya estaba necrosado”, dijo.

Antes de intervenir a cualquier ejemplar silvestre se requiere el visto bueno de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).

Edson apresura la cirugía pues la gata comienza a despertar y hay que terminar de suturar y dejar que se reponga, cuidando que no se muerda la lengua y no pierde calor. Todo está listo para la siguiente operación.

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