Bartola es originaria del municipio Amealco de Bonfil y desde los 12 años se dedica a hacer bordado artesanal, pues sus condiciones económicas la obligaron a trabajar desde pequeña.

Aproximadamente cada dos semanas viene a la capital a vender sus artesanías, ahora además del bordado, confecciona las muñecas artesanales originarias de su municipio. Pasa cuatro días en la ciudad de Querétaro, se hospeda en un albergue y vuelve los fines de semana para elaborar nueva mercancía.

Para ella es más importante tener un cliente que le compre sus muñecas al mayoreo y no que se venda en las tiendas departamentales de la ciudad porque dice que nadie las compraría sabiendo que las encontrarán más baratas en el centro histórico.

Si fuera así, se dedicaría únicamente a elaborar y bordar sus muñecas y manteles, para hacer una sola entrega sin tener que viajar a la ciudad para venderlas; considera que de esta manera vendería más mercancía y se desgastaría menos físicamente.

Piensa que si se vendieran más lejos, la gente las compraría mucho; incluso ella ha llegado a pensar en ir a vender en otros estados, pero le es muy complicado ir sola.

“Si me dieran a escoger mejor las vendo en otro lado que no sea aquí, y se las vendo a alguien que me las compre todas, porque así no me tengo que venir a acá (ciudad de Querétaro) y me quedo trabajando en el pueblo”, dice.

Considera que sus gastos y el riesgo serían menores y, mejor aún, no tendría que batallar con el equipo de inspectores del municipio de Querétaro.

“Ya he tenido problemas con las autoridades antes. La última vez cuando acomodaba mi rebozo bajé mi canasta de muñecas y un inspector pasó corriendo y me quitó la su mercancía. Corrí tras él, pero no pude hacer nada ese día, me dijeron que si no me retiraba llamaría a los oficiales”, narra.

Las ventas.

Llega con una canasta llena de coloridas muñecas de todos los tamaños y una bolsa de bordados. En total, su mercancía tiene un valor aproximado de mil pesos. Nunca ha vendido toda su mercancía en los cuatro días que pasa en la ciudad, cuando hay una buena racha de ventas se lleva 700 pesos a casa, pero cuando no, más de la mitad de sus muñecas y bordados regresan con ella a Amealco.

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