Tuxtla Gutiérrez, Chis.— Las piernas de Wilfredo Filiu Garay son reflejo del duro camino que ha recorrido en su intento por llegar a Estados Unidos desde su natal Honduras. En 2015, el migrante centroamericano montó por segunda ocasión a La Bestia en busca del “sueño americano”, pero en el trayecto se quedó dormido y cayó del tren cuando éste pasaba por Coatzacoalcos, Veracruz.

Wilfredo fue arrastrado por la velocidad de la máquina y el golpe provocó que le amputaran la pierna izquierda. A casi un año del accidente, y ahora con una prótesis que se adapta a su muslo, el hombre de facciones duras volvió a subir al tren. Esta vez su principal objetivo era recibir la bendición del papa Francisco para que iluminara su camino hacia Estados Unidos.

“Estaba en Honduras cuando Dios habló en mi corazón y me dijo que viniera porque sería para mí una bendición, y llegué a la hora exacta, justo antes de que él pase por aquí. El viaje fue tremendamente sufrido, pero gracias a Dios estoy con vida”, dice Wilfredo.

El hondureño recorrió más de 800 kilómetros para llegar a la Catedral de San Marcos, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. No viajó solo, como hacía antes, y ahora vino con su esposa; lograron bajarse del tren en Chontalpa, Tabasco, y de ahí pidieron aventón hasta tocar suelo chiapaneco.

Su rodilla derecha y la prótesis raspada, además de las pequeñas marcas que tiene en las piernas, muestran el difícil y agobiante reto para subirse a La Bestia. “Varias veces me he golpeado, he estado cerca de tener el mismo accidente, pero Dios me cuida y he podido seguir adelante”, comenta.

Sentado en las gradas que el gobierno estatal colocó para que los feligreses observaran el paso del Pontífice, Wilfredo suaviza el tono de su voz, sonríe y revela que sería imposible no romper en llanto.

El accidente lo apartó de su trabajo como taxista en Honduras, pero no terminó con su ilusión de llegar a suelo estadounidense. Contó que en México la gente siempre lo ha ayudado; incluso, fue la Cruz Roja la que le consiguió la prótesis con la que ahora puede caminar.

Filiu Garay y su esposa han logrado sobrevivir gracias a la comida que les regalan. Consigo sólo llevan una bolsa con sarapes para protegerse del frío. A sus 49 años, está consciente de que no tiene la misma fuerza que la primera vez que intentó llegar a Estados Unidos, “por eso mi insistencia en que  Dios me presente al Papa”, dice.

Ayer emprendió de nuevo su camino para llegar a Estados Unidos. Con la bendición de Francisco, intentará cruzar la frontera norte.

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