“En Santa Rosa Jáuregui, hasta la policía tiene miedo de entrar”, dice Pedro, un comerciante de la colonia El Pedregal, quien enfático in dica que es mentira que la inseguridad haya disminuido en esa delegación. “Aquí, la delincuencia está a la orden del día”, asegura nervioso.

Cuenta que cuando la gente habla para denunciar un robo a la policía municipal, tan solo con mencionar que es la colonia El Pedregal, nos cuelgan el teléfono. “Eso a mí me ha pasado varias veces. En algunas ocasiones, la operadora pregunta cuántos [pandilleros] son y al momento de decirles que son más de tres, nos cuelgan y nunca llegan, tienen miedo de entrar”.

El local de Pedro, dedicado a la venta de abarrotes, se encuentra en las últimas calles de la colonia Centro, una zona que colinda con El Pedregal, en Santa Rosa Jáuregui.

El comerciante nos indica por dónde avanzar para llegar a la “boca del lobo”: la colonia El Pedregal, donde viven los pandilleros que asolan a los colonos. Ésta se encuentra a menos de 10 minutos a pie sobre la calle Zaragoza y desemboca en la plaza principal donde se encuentra la delegación municipal.

Paradójicamente, a unos metros de donde operan los delincuentes varios funcionarios atienden a la ciudadanía con su ‘Miércoles Ciudadano’, en los cuales escuchan las necesidades y demandas de la población.

Pedro nos advierte antes de dejar su tienda: “ahí encontrarán lo que buscan, allá la delincuencia está a la orden del día. Es una pandilla de chavos la que roba a los vecinos. Algunas veces están ahí desde temprano unos pocos de ellos, pero después de las 7:00 de la noche ya llegan todos, son unos 15 en total, y la mayoría andan armados con cuchillos”, indica al equipo de reporteros de este diario.

Revela que recientemente habló con uno de ellos y le preguntó por qué robaban. “Me dijo que ya ni siquiera robar les deja tanto, que son los policías los que se quieren quedar con todo. Cuando los llegan a detener, sólo les dicen que se escondan, que dejen que pase ‘lo caliente’ y los sueltan. Al otro día ya andan como si nada”.

La encomienda de los reporteros era constatar si las declaraciones hechas el martes por la diputada local Carmen Zúñiga Hernández, en el sentido de que en Santa Rosa Jáuregui “hay avances importantes en cuestión de seguridad”, eran ciertas, sin embargo, la realidad resultó muy distinta a sus dichos.

Avanzamos por Zaragoza. Desde una ferretería, unas cuantas calles debajo de donde encontramos a Pedro, comienza a sentirse un ambiente de temor.

La colonia El Pedregal está marcada por la delincuencia. Desde antes de cruzar la calle Mariano Abasolo, sobre la misma calle Zaragoza, se observan varias pintas en las paredes donde se advierte del dominio de la pandilla ‘El Pedregal 13’.

Algunos grafitis son pequeños en las esquinas de las paredes, en cambio, hay otros del tamaño de una barda con letras estilo cholo que observan a diario cientos de habitantes de todas las edades.

Caminamos una cuadra más para encontrar a la segunda entrevistada del día, otra abarrotera que prefiere el anonimato. Asegura que los que no son habitantes de la zona corren mayor peligro, entre ellos los proveedores y visitantes esporádicos.

Un par de años antes —nos cuenta— en una esquina muy cerca de su local era donde se juntaban los jóvenes peligrosos, “pero a veces pasaban patrullas que daban rápidos recorridos sin detener a nadie y por esa razón, se fueron yendo más al fondo de la calle. Allá donde está la capillita, allá se juntan”.

Tras la referencia avanzamos un poco más para obtener otro testimonio. El encuentro con Adriana (nombre ficticio) fue el más largo, muy cerca del punto de reunión de El Pedregal 13.

Cuando a Adriana se le mencionan los dichos de la diputada Zúñiga Hernández, quien afirmó que los habitantes de esta colonia y de toda la delegación Santa Rosa Jáuregui están conformes con la atención en materia de seguridad, la joven se indigna.

“Creo que la señora se equivoca, realmente cuando sucede alguna riña o ese tipo de cosas no llegan las patrullas o llegan muy tarde y no resuelven nada, ni preguntan, sólo dan su rondín y ya.

“Todos los delegados que han pasado por aquí dicen que atacan el problema en esta colonia y de las que están en las orillas de Santa Rosa, pero nunca han hecho nada. Ellos [los pandilleros] siguen aquí”, confiesa la joven de 20 años, los mismos que lleva viviendo en El Pedregal.

Durante ese lapso, Adriana ha constatado una y otra vez el miedo de los policías que hacen sus rondas en el conflictivo sitio. “He visto como en lugar de pararse para revisar a las bolitas de la esquina, se van, como que les da miedo. Si es uno sí lo revisan, pero si son varios, se van”.

Pero la problemática cobra mayor magnitud, cuando revela que los habitantes están atemorizados al no poder denunciar los agravios que viven en El Pedregal. “Si el delincuente se da cuenta que la víctima interpuso una denuncia, toda la pandilla se va contra él o contra toda su familia”.

La impunidad no permite vivir en paz a los colonos de El Pedregal. La incertidumbre y el miedo son latentes, aún más después de las 10:00 de la noche que es cuando cierran todos los locales comerciales. Complicada realidad para la gente que trabaja y sale por las noches rumbo a su hogar y debe cruzar por donde los maleantes esperan una oportunidad.

¿Qué tanto les ayuda estar a unas cuadras de la delegación municipal?, se le pregunta a Adriana.

“En nada”, responde. “Todos los delegados que han estado dicen que atacan el problema en esta delegación y en la que está en la orillas [de Santa Rosa Jáuregui] pero nunca han hecho nada; ellos [los maleantes] ahí siguen. Aquí la bronca es que los mismos de las patrullas ya los conocen y no les hacen nada”.

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