De acuerdo con personal de la Unidad Estatal de Protección Civil (UEPC) la distancia mínima que debería existir entre un local comercial o vivienda y una carretera son entre 25 y 30 metros. Sin embargo, en la mayoría de las vías del estado, esta norma no se respeta, principalmente por vendedores.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL Querétaro en diferentes rutas, se pudieron contabilizar decenas de comercios, principalmente de comida, en los que se arriesga la vida de quienes los atiende y de los comensales que se detienen a comprarles.

En la autopista Querétaro-México, por ejemplo, desde el parque industrial El Marqués, cerca de dos kilómetros están ocupados por sujetos que venden fresas, quienes ocupan el acotamiento que mide poco menos de dos metros y que, por ende, está a pocos centímetros de la carpeta asfáltica en donde el promedio de velocidad para los autos es de 120 kilómetros por hora.

A pesar de la corta distancia, el comerciante Héctor Lara Torres asegura que nunca ha estado involucrado en ningún accidente relativo a su trabajo, por lo que aseguró que dada la necesidad de tener dinero para vivir, no piensa moverse.

“Pues a mí nunca me ha pasado nada. Llevo aquí como tres años y gracias a Dios siempre regresamos a casa. Aunque uno no quisiera estar aquí pues es por la necesidad, si nos fuéramos más lejos pues no nos comprarían. Debemos estar aquí para que nos vean los coches”, indicó el comerciante.

Este tipo de comercio que cuenta con los permisos de las autoridades correspondientes —quienes periódicamente acuden a estos establecimientos mediante los inspectores que verifican las condiciones de trabajo y que sus papales estén en regla— prolifera en prácticamente cualquier ruta que se visite.

Tan solo en los primeros 13 kilómetros de la carretera 200 Querétaro-Bernal se registraron cerca de 10 establecimientos de comida, en ambos sentidos. Uno de ellos es un conjunto de cerca de cinco locales de comida, más uno que improvisadamente vende artículos patrios como banderas, cornetas, sombreros, entre otros, con motivo del festejo del 15 de septiembre.

En cualquiera de estos casos, la distancia entre el establecimiento comercial y el paso de vehículos y transporte de carga —con velocidades promedio de alrededor de 100 kilómetros por hora— varía entre los 10 metros.

“Sí, sabemos que lo recomendable es que sean como 30 metros del paso de la carretera, pero si así lo hiciéramos nuestras ventas no saldrían porque lo que uno busca es ser visto por el automovilista y en muchas ocasiones se paran rápido, les das su orden y se van. Sabemos que hay riesgos, pero no podemos hacerlo diferente si queremos seguir sacando lo que necesitamos para sobrevivir”, aseguró Ana Galván, quien vende tacos de guisado a cinco metros de la carretera estatal 200.

Asimismo, Ramón Vargas, nevero de 16 años de edad y procedente de San Juan del Río, comercializa sus productos en la misma carretera. Este muchacho, recordó que hace cerca de dos años, uno de sus colegas fue impactado fuertemente por un vehículo que a su vez fue chocado por otra unidad. Sin embargo, justificó: “son los gajes del oficio”.

“Era un amigo que vende elotes todavía. Él estaba preparándolo y no tenía gente, a mí me dijo que nada más escuchó como chocaron dos coches y que cuando volteó vio uno de los coches irse contra él, pero no pudo hacer nada por esquivarlo y lo atropellaron. Estuvo como dos semanas hospitalizado, pero pues así es ésto, se corren diferentes riesgos y pues los tenemos que pasar, o vendemos o vendemos”, concluyó el joven.

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