Antes de rodar Vive por mí, donde interpreta a alguien que necesita un trasplante, Martha Higareda tuvo contacto con una chica que realmente vivía un proceso similar.

“Era menor que yo, pero de la edad de mi personaje, y durante el proceso de hacer la película, ella estaba esperando el momento y fecha exacta para su operación.

Fue interesante saber cómo es su vida con su familia, con sus amigos, con el novio, lo que debía hacer, pensar y trasladarlo al personaje”, recuerda.

Por eso, dice Juan Manuel Bernal, quien encarna al marido de otra mujer (Tiaré Scanda) que espera donante de riñón, era importante hacer la película que estrenó el viernes en cines.

Era poder ver las partes de estas personas en su cotidianidad, en lo que esperan la donación; en el país hay mucha falta de información al respecto”, considera el histrión, que ejecutó un proceso de visitas al Centro Nacional de Trasplantes, para ver casos reales.

Vive por mí significó un proceso de tres años empezado por el realizador Chema de la Peña, que al final se concretó con una coproducción entre México y España.

Martha y Tiaré son sus personajes principales por ser las pacientes, pero alrededor se encuentran otros personajes como un párroco (Rafael Inclán), una madre (Margarita Rosa de Francisco) y jóvenes con problemas (Ianis Guerrero y Tenoch Huerta).

Me permitía desarrollar la historia con personajes en el límite, que encajan en el género del thriller, conformando vidas que se cruzan y dan pie a otras más”, explica el cineasta.

Producida por las compañías Sin Sentido Films y La voz que yo amo, es exhibida en al menos 200 pantallas y tiene como objetivo hacer conciencia en la donación de órganos.

De acuerdo con el Centro Nacional de Trasplantes, se tiene registro de 21 mil personas en espera de un órgano, pero sólo dos de cada 10 lo obtendrán, ante la falta de ellos.

No importa que se haya dado de alta o se tenga tarjeta al momento de fallecer, sino que el donante debe expresarlo a su gente cercana, para que ellos lo comuniquen a los médicos.

“Al final todos nos vamos a descomponer o ser cremados, así que es mejor dar lo que ya no requerimos y aplicarlo”, considera Tiaré Scanda.

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