León.—  Salve Ricardo Ferretti, el mejor técnico de la  era moderna en México. Salve Tigres. Salve la U.

Los regiomontanos ganaron su séptima corona; Tuca, su séptimo campeonato.  Amalgama perfecta entre un timonel que necesitaba un espacio para levantar su imperio, para ejercer su mandato y una institución a la que le hacía falta un tirano para dejarse llevar. Muy a su estilo, muy a lo suyo. Marcador: 0-0 en la vuelta, global 1-0. Espectáculo por los suelos, aquí solo vale ganar.

La serie por el título del Clausura 2019 se escribió en Monterrey, se firmó en León bajo una misma cláusula, mucho esfuerzo poco futbol. La Fiera encontró la  horma de su zapato, a un equipo al que no le pudo ganar durante todo el semestre, en el torneo regular igualaron a dos, en la ida perdieron 1-0 y en la vuelta igualaron sin goles. Poco que hacer para los de Ignacio Ambriz, que llegaron a la baja en la Liguilla, con su goleador, Ángel Mena, con la pólvora mojada, con su revelación, José Juan Macías, en Polonia, y con un plantel corto que no dio para más.

Digno finalista pero nada más. Tigres a lo suyo, con un equipo que se hace viejo pero que es correoso, con un portero que es el alma, una defensa que es su soporte, un medio campo que son sus venas y un goleador en picada pero que apareció en el momento justo.

Salve Ferretti, quien igualó a Ignacio Trelles como máximo ganador de títulos de Liga.

Todo el mundo sabía —hasta el señor que vende las nieves en el estadio León— que el espectáculo sería sacrificado y que el Tuca iba a salir a defender la ventaja obtenida en el Volcán.

El brasileño, muy a su estilo, iba a cuidar el marcador, quien debía desgastarse era la Fiera.

Todo se jugó como a Ferretti le gusta y manda. El problema estaba resuelto, y más cuando Ángel Mena, a los 34 minutos, salió llorando del campo. Una lesión en la pierna izquierda terminó con el “mejor” goleador del torneo.

Los problemas comenzaron para los Tigres en el segundo tiempo, cuando Javier Aquino salió del campo y en su lugar entró Jesús Dueñas. El volante reforzó el centro del campo, pero abrió un hueco por la derecha —porque Eduardo Vargas o Enner Valencia no saben defender—  que León aprovechó para, por fin, generarle alguna preocupación a Nahuel Guzmán.

Fueron los mejores minutos de los Esmeralda y hasta Andrés Mosquera en un remate mandó el balón al poste.

Entró Carlos Salcedo a formar línea de cinco defensas y fue ahí cuando León tuvo las dos oportunidades más claras, pero en ambas Guzmán salvó con grandes atajadas. Y el estadio

León se silenció. Con 10 hombres por la expulsión de Andrés Mosquera ya poco se podía hacer. Las derrotas honrosas pronto se olvidan, sólo quedan los ganadores.

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