Sí, lo sabe muy bien, ese 26 de mayo de 2013, hace poco menos de cinco meses lo dejó marcado para toda su carrera.

Carga su cruz.

No era una jugada de rutina, pero pudo ser de campeonato. Él, azul de toda la vida, vio venir el balón impulsado por Moisés Muñoz, no lo pensó, su cuerpo, su sangre, azul toda ella, reaccionó, levantó el pie y desvió el esférico, para que la tragedia cementera se consumara.

Alejandro Castro Flores ha vivido con la cruz sobre su espalda. Está marcado por ese minuto, ese segundo de la pasada final contra el América. Lo sabe bien, pero lo sobrelleva, porque el mundo no se acabó esa noche en el Azteca.

“No, no me puedo enfrascar en eso”, dice el volante, quien ya no quiere hablar, por lo menos no mucho, de ese momento.

Sabía que cuando se acercara el clásico contra las Águilas, las preguntas al respecto volverían. Las quiso evitar, aunque sabía que era imposible.

“En serio me dolió como a nadie más ese momento, esa jugada y después el penalti fallado [en la serie definitiva]”, recuerda el nacido en el Distrito Federal, hace 27 años.

Esa noche de aquella semana de aquel mes, no pudo dormir. Dio muchas vueltas, soltó muchas lágrimas, se preguntó muchas veces ¿Por qué...? ¿Por qué...?

Y no hubo respuesta. “Estaba muy triste. No quería saber de nada, de nadie, pero al final salí adelante gracias a mi familia, a mis seres queridos y sobre todo a mis compañeros, eso me fortaleció más que nadie para estar aquí de vuelta e ir otra vez por la final”.

Porque en este juego, no habrá ni busca revancha. “Esto es un partido nuevo, un torneo nuevo, una nueva situación. Nuestras expectativas en este momento son ganar un importante partido, es verdad, pero lo importante es llegar a la Liguilla”.

—¡Cómo lo superaste? o mejor dicho... ¿Ya lo superaste?

—Fue muy fuerte los primeros días, pero conforme va pasando el tiempo la cabeza se va enfriando y piensas todo lo que ocurrió, la situación que se vivió. Al final de cuentas esto son sólo circunstancias del juego, y nada más.

—¿Le pudo pasar a cualquiera?

—Sí, pero me pasó a mí.

Es que no sólo fue aquella jugada que dio el empate a las Águilas, sino además que falló en los penaltis de la serie definitoria.

“Somos seres humanos, somos futbolistas y siempre, desde que escogimos esta carrera, sabíamos que estamos en el ojo de huracán. Sí, me tocó fallar, como dos meses atrás en la Copa metí los penaltis”.

Y Cruz Azul, así sí fue campeón, aunque sea de Copa.

A cuatro meses de distancia, Alejandro Castro, a quien en el seno del equipo llaman El Capi, debido a que en las divisiones inferiores siempre portó el gafete, quiero olvidar lo que es inolvidable.

“Al final somos seres humanos, somos futbolistas, y estamos expuestos a fallar”.

Pero sin duda alguna, esa falla siempre la recordará, pase lo que pase, suceda lo que suceda.

Está marcado.

Lleva su cruz.

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