La Serena, Chile.— En medio de la fiereza de una Copa América, Argentina es capaz de crear arte para salir airosa de un partido duro, casi cruel.

Javier Pastore hace un regate que desestabiliza la zaga uruguaya. Luego, sirve a Pablo Zabaleta, quien envía un centro preciso a media altura.

Intempestivo, porque sólo así se vence a la garra charrúa, Sergio Agüero se tiende de palomita. Crea una estampa que deja en claro su calidad.

El ‘Kun’ utiliza su cabeza como si fuera un mazo. Pone la pelota en el ángulo de la portería de Fernando Muslera, quien termina derribado, inerme y derrotado por esa anotación del triunfo de la albiceleste (55’).

No fue Lionel Messi el gestor de esa victoria. Apenas unos cuantos desbordes y disparos que dieron muestra de su calidad, pero que no terminaron por ser tan letales. El rosarino luce un jugador de club y nada más.

La ‘Pulga’, con su selección aparece poco. El astro del Barcelona pierde sus poderes mágicos y sobrehumanos cuando defiende a su país.

Pequeña venganza que cobra Argentina. En el ambiente chileno, aún estaba la eliminación de los hoy dirigidos por Gerardo Martino a manos de Uruguay en la Copa América pasada.

Ahora, los argentinos se colocan como líderes de su grupo, junto con Paraguay y mandan a la Celeste a tener que jugársela con la albirroja para aspirar a entrar a los cuartos de final.

Partido ríspido, de pocas emociones. Los uruguayos trataron de cerrar el partido. Incomodaron a empujones al talento de sus contrincantes.

La nostalgia por Luis Suárez apareció en el ambiente para Uruguay. Ese delantero capaz de desequilibrar y hacer goles a cualquier rival. Mas el jugador blaugrana no se encuentra en Chile.

La Celeste se quedó con muy poca reacción. Insinuaciones que quedaban desperdiciadas por imprecisiones, decisiones fallidas en el último momento y una timidez que prácticamente se extendió todo el partido.

Paraguay tuvo mayor atrevimiento para enfrentar a la Argentina y, obvio, obtuvo más premio.

Uruguay, pareciera, entendió que su contrario era superior. Jugó al empate sin anotaciones, a que no le hicieran daño hasta que el gol de Sergio Agüero decantó el duelo hacia el bando de Messi y compañía.

Cuando se vio en ventaja, la Albiceleste tuvo más luces. Eso sí, obtiene un triunfo raquítico para el trabuco que tiene. Argentina aún tiene más nombres que un futbol que amenace con gobernar el continente. Redacción

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