Quiso ser el héroe. Apenas algunos segundos para que terminara el juego. Marco Fabián tomó el balón fuera del área, se quitó la marca de encima y de media vuelta bombeó la pelota. Se marcó una comba perfecta. Villalpando no lo creía, Romano tampoco; Tena alzó las manos.

Triunfo cementero en la agonía. Cuando menos lo merecía la onza estuvo a su favor. Gol de agonía, gol de Fabián que encaramó aún más a La Máquina en el primer lugar general, aunque este triunfo no lo merecía por el pobre espectáculo ofrecido.

El primer tiempo fue una oda al no querer, ni poder. Ambos equipos se enfrascaron en una batalla por ver quién hacía peor las cosas. Quizá quien salió ganado en esto fue el Cruz Azul, que prácticamente no generó nada, mientras que Puebla hizo poco, pero hizo lo que pudo.

El juego comenzó con un gol de Matías Alustiza mal anulado, pero anulado al fin por fuera de lugar. Todo esto propiciado por un Cruz Azul agrandando, que se creyó eso de ser superlíder invicto del torneo.

Quien intentó más por parte de La Máquina fue Joao Rojas, quien en las que pudo buscó explotar su velocidad, pero la bien parada defensa camotera, y el sol que cayó sobre la cancha del Azul, acabó rápidamente con le ímpetu del ecuatoriano.

Ni Formica, menos Pavone, y tampoco Marco Fabián, aparecieron, todo esto propiciado primero por el buen sistema camotero y en segundo término por la indolencia mostrada por la localía.

No hubo duda de lo bien que estuvo el gol anulado a Pavone, también por fuera de juego. Después de eso, todo quedó en el puro rodar de la pelota.

Romano desesperado pedía que el corto plantel de Puebla diera el estirón, y esto se dio en la segunda parte cuando Cruz Azul perdió el orden, dejó espacios y Corona tuvo que aparecer en reiteradas ocasiones para evitar la debacle, y Perea, como siempre, salvó en el último segundo en la línea.

Había que reaccionar y Tena metió al Chaco Giménez. El 10 cambió el ritmo del juego, y aunque retrasó la posición de Formica, al fin se tocó el área, pero Rojas no dejó que Pavone rematara de frente y el mismo Rojas no alcanzó a llegar a servicio de Fabián.

El balón ya era solo rojo. Chávez salvó a La Franja cuando su portero estaba caído.

El tiempo pasó y la desesperación llegó al lado cementero. El Cruz Azul se vio cansado, sin imaginación y errático, mientras que La Franja se creció con el transcurrir del tiempo con un futbol práctico.

Chaco no anduvo. Formica se cansó. Fabián se escondió y Pavone una y otra vez se estrelló en la férrea zaga de los poblanos.

En la banca Emana volteó a ver incesantemente a Tena, que se hacía el desentendido. No intentó con otro revulsivo: se murió con la suya.

Los últimos intentos cementeros fueron a la desesperada. Nápoles ingresaba para ser el héroe y recibió cantidad de faltas debido a su atrevimiento. Todo estaba listo para el abucheo, para la primera decepción del torneo, quedaban sólo unos segundos.

Ahí, Marco tomó la pelota fuera del área y de media vuelta bombeó la pelota. Se hizo una comba perfecta. Villalpando no lo podía creer, Romano tampoco; Tena alzó las manos.

Gol, gol de héroe, gol de líder. Marco logró en un segundo lo que todo el equipo no hizo en 90 minutos. Quiso ser el héroe.

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