La memoria de Hugo Sánchez retrocede y se detiene en un día como hoy, pero 25 años atrás. Ahí, en el estadio Santiago Bernabéu, El Pentapichichi ejecutó el gol de chilena más espectacular de su vida. Tal como lo soñó desde niño. Se lo hizo al Logroñés, palabra que si escribes al revés dice... “señor gol”.

Y así fue, recuerda el entonces ídolo del Real Madrid, el 10 de abril de 1988, Hugo Sánchez ejecutó una espectacular “tijereta”, como se le conoce en España, hecho que sorprende al ídolo, quien recrea el pasaje como si hubiera sido hoy.

“Yo pensaba que habían pasado cinco o 10 años, no más”, expresa el ídolo, quien desde la infancia cultivaba el sueño de ejecutar el gol de su vida. Y ese día lo consiguió.

“Quería visualizarme, meter el gol que me diera la realización y ese gol vino precisamente el 10 de abril de 1988, en un partido en el Santiago Bernabéu contra el Logroñés, cuyo nombre, mirándolo al revés, casualidad de la vida, dice ‘Señor Gol’. Es algo curioso que un periodista mexicano lo puso así al día siguiente de esa anotación que me marcó, no solamente a mí, sino que ha dado la vuelta al mundo y me siento contento de estar entre los 10 mejores goles de todos los tiempos”, dice.

Sí, “el gol más bonito que he anotado en toda mi vida ha sido el del Logroñés”, saborea Hugo. “Después ha habido otros parecidos, de chilena, que tuve la oportunidad de meter bastantes”. Mas nunca como aquella ocasión.

Hoy se sitúa Hugo en el césped del mítico escenario, lo recorre con la mirada y atina la espectacular chilena. Lo revive extasiado, paso a paso, en compañía de EL UNIVERSAL.

“Fue una jugada que se desarrolló por la banda izquierda, en donde Rafa Martín Vázquez recibe el balón y está buscando tener el espacio para mandar un centro en donde yo, conociéndole, sabía en qué momento había que desplazar o desmarcarme para buscar la oportunidad de rematar ese centro. Me adelanté, buscando el primer palo, pero al ver que venía retrasado, lo que hice fue retroceder unos metros y con ese recorrido tuve la oportunidad de elevarme a una altura importante, en el cual sincronizar la velocidad, el efecto del balón y el movimiento de mi cuerpo para que con esa sincronía de contacto entre mi pierna y el balón en el aire, en el punto más alto de la posibilidad de contactar el balón, hizo posible que la visualización que tenía desde niño de marcar el gol de mi vida, estaba por consumarse... y efectivamente aconteció en ese momento”, explica a detalle Sánchez Márquez.

“Desde que salió el balón y que iba en el aire, visualicé no solamente la forma de rematar y por dónde iba a entrar, sino también estaba visualizando mi festejo y fue de tal manera, que sentía la felicidad de haber cumplido mi misión que me había propuesto desde niño”, confiesa.

Estaba ahí, en el lugar idóneo, con el uniforme “del mejor equipo de todos los tiempos”, el estadio lleno y la clásica voltereta. “Levanté los brazos y luego mi mano derecha, insistentemente levantándola hacia el cielo. Me sentí realizado”. Ese día lo felicitó hasta el portero... “gracias a ese gol que me anotaste me hice más famoso de lo que era”, le dijo Juan Antonio Pérez, meta del Logroñés, porque él lo había inmortalizado con un “señor gol”.

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