Houston.— Un “¡ya basta!” se escuchó en el vestidor mexicano. La lesión de Javier Hernández es la gota que derramó el vaso y en el seno del equipo nacional han levantado la voz para cuidar la integridad física del futbolista, que en muchas ocasiones se pone en segundo o tercer término.

Malas canchas, césped puesto de último minuto y sin calidad, además de malos arbitrajes, es de lo que se quejan los jugadores que ven en la lesión del ‘Chicharito’ un reflejo de lo que les puede pasar a ellos en algún momento.

Guillermo Ochoa, uno de los líderes del vestidor mexicano, es quien toma la iniciativa. El portero opina que la gente que organiza los partidos, “directivos o quienes sean”, ya deben dejar de interesarse sólo en vender boletos, en meter juegos en estadios cada vez más grandes y pensar más en quién da el espectáculo.

“Esta gente que hace los partidos en Estados Unidos, sólo ve la capacidad de los estadios y trata de montar canchas donde no debe ser, que no son de pasto natural, que están secas, mal puestas, parchadas”, dice Ochoa.

No exagera. La más clara muestra de esto es la lesión de Hernández. “Es muy claro lo que pasó, lo vemos en la acción: se atora el defensa [Beckles, de Honduras] por la [mala] cancha y se le va encima a Javier… y después están los arbitrajes que son… bueno, muy malos, simplemente son eso”.

Soccer United Marketing (SUM) es la primera señalada. La empresa estadounidense es la encargada de organizar los partidos de la Selección Nacional en Estados Unidos desde hace más de 10 años, siendo una de las principales aportadoras de capital para la Federación Mexicana de Futbol cada cuatro años.

Para el cuatrienio 2014-2018, la gira de la Selección por diferentes estadios estadounidenses le costó a la promotora alrededor de 35 millones de dólares por 20 juegos, cifras extraoficiales. Hasta el momento se han llevado a cabo cinco encuentros: Ecuador, en Los Ángeles; Paraguay, en Kansas City; Estados Unidos, en San Antonio; Costa Rica, en Orlando, y este último contra Honduras, en Houston.

Quedan pendientes dos más en septiembre ante Argentina, en Dallas, y el recientemente anunciado contra Trinidad y Tobago, en Utah.

Además del dinero por los juegos amistosos, la FMF tiene el derecho a 30% de la taquilla, siempre y cuando ésta sobrepase 60% de la capacidad del inmueble en cuestión.

Así que entre más grande el estadio, mejor para todos, sin importar la cancha y quienes salgan perjudicados.

Las quejas por el estado del terreno de juego no son nuevas. En el juego que se realizó en San Antonio contra Estados Unidos en abril, el director de Selecciones Nacionales, Héctor González Iñárritu, amenazó con cancelar si es que la cancha del Alamodome no estaba en buenas condiciones. Al final, la cancha no estuvo bien colocada, pero el juego se llevó a cabo.

Famosas son las declaraciones de Miguel Herrera, técnico nacional, quejándose al final del juego, “porque regaron el césped dos veces”.

Es por eso que la queja es grande. Los líderes han levantado la voz y esperan ser escuchados. “Por eso, meter la pierna en estos juegos, pues… se piensa, porque al final, no hay nada que ganar”, agrega Ochoa. “Es mucha la exigencia de la gente, de ustedes los medios. Esto es futbol, pero cuando pasa esto hay mucha impotencia”.

Ochoa opina que desde afuera “se ve sencillo, en la televisión no se ve lo mal que está donde jugamos y esto de los arbitrajes, no sirven, no ayudan a cuidar la integridad del jugador”.

Fue difícil, confiesa “entrar al vestidor al medio tiempo y ver a los compañeros, tratar de levantarles el ánimo. Somos profesionales, pero siempre pasa por tu cabeza lo que le sucedió a Javier y cuando viene una pelota dividida, dudas… A veces, en estos juegos no vale la pena”.

Porque por un puñado de dólares, la carrera de un futbolista entra en un impase del que a veces, no se puede levantar.

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