Guadalajara, Jal.— Javier Sicilia y el cura Alejandro Solalinde estuvieron en la misma mesa ante un auditorio, en el marco de la 33 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, pero nunca se miraron y cada uno puntualizó sus discrepancias.

El encuentro —en el que participaron el obispo Raúl Vera y Norma Romero Vázquez, de la organización Las Patronas, para sostener un diálogo sobre el tema Los nuevos retos de las luchas sociales— estaba pactado desde antes del desencuentro motivado por las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador en torno al ataque perpetrado contra la familia LeBarón.

El encuentro se realizó. No fue ríspido, más bien tenso; tampoco fue un verdadero diálogo, pues cada uno ofreció tres mensajes en los que fijaron su posición ante las acciones de seguridad y justicia de la actual administración, cuestionaron la carencia de políticas públicas y la falta de futuro para los jóvenes.

Sicilia y Solalinde nunca se miraron y, sin embargo, puntualizaron sus discrepancias; nunca de manera directa, nadie llamó al otro por su nombre. Aunque Solalinde cuestionó las protestas y manifestaciones, “prácticamente estamos viendo un país que tiene posiciones encontradas. Hay que sentarnos, hay que platicar, hay que dialogar y construir juntos. Dejémonos ya de cosas infantiles o protestas inútiles para este gobierno”, dijo.

El último en tomar la palabra fue Javier Sicilia y destinó su mensaje a los jóvenes, a quienes dijo que este país les ha robado su presente. “Defendámonos juntos y luchemos, trabajemos. Por eso salimos a las calles, por eso proponemos, aunque nos dé la espalda, y por eso protestamos para que vuelvan a retomar las propuestas, porque yo dudo mucho que quieran dialogar en ese gobierno”.

El activista, que se negó a sostener un encuentro con el padre Solalinde, pues lo acusó de “ya haber tomado un bando”, señaló: “Aquí debería estar mi hijo y no está, y como mi hijo no están decenas y centenas de jóvenes. Ya es tiempo, como le dije al Presidente, de detener esto. Luchar con nuestros jóvenes para que reconstruyamos ese presente y el futuro, porque sin el presente de esos jóvenes este país, que ya no es país, no tendrá futuro”.

Sicilia y Solalinde volvieron a dejar de manifiesto su posición en contra y a favor, respectivamente, de la actuación y las declaraciones del Presidente en seguridad, de su actuación ante el crimen organizado.

“El Presidente no puede decir esta estupidez: fuchi y guácala. Con esto no estoy llamando a las balas, sino a cuánto Estado tenemos que construir. El Presidente no está entendiendo ni está siendo empático con el dolor ni con las víctimas”, aseguró Sicilia durante el encuentro organizado por la Federación de Estudiantes Universitarios.

El luchador social dijo que “este asunto de las víctimas es una deuda de Estado, no de gobierno. El Presidente es responsable”, señaló Sicilia, quien en todo momento fue crítico de la administración y señaló que no hay ni siquiera una idea de cómo hacer una política de Estado en la materia, y agregó: “Hay que hablar claro, la verdad es la verdad y quien oculta la verdad es alta traición” (sic).

Por su parte, el padre Alejandro Solalinde se dedicó a  defender la figura del Presidente. “El Estado de desastre que nos heredaron es muy grande. Necesitamos entender el cambio que quiere este gobierno. No soy vocero del gobierno, soy analista. Necesitamos escuchar para construir las políticas públicas, que no existen”, afirmó.

A lo largo de más de casi dos horas, Sicilia y Solalinde se confrontaron sin verse. Sicilia sonreía ante los comentarios de monseñor Raúl Vera López, mostraba interés ante el panorama de la migración que planteaba Norma Romero Vázquez, pero cuando hablaba Solalinde su rostro se quedaba serio, concentrado; ni un solo gesto de disentimiento.

Sicilia se refirió al amor en abstracto, dijo que “el amor a Dios en abstracto levantó inquisiciones, purgas, cometió masacres; el amor al pueblo generó la Revolución y la guillotina, los patíbulos, la persecución. El amor a la raza sabemos lo que significó, Auschwitz es la metáfora, el rostro más cruel. El amor al proletariado nos llevó a los  gulag soviéticos. Aguas con los amores abstractos. A mí no me importa que me prometan que mañana va a haber un mundo bueno, un mundo mejor o que va a haber un paraíso, me importa la gente de aquí y de ahora que está siendo asesinada, violentada, masacrada, y contra eso voy a levantar siempre la voz y voy a indicar a quien detente el poder que cumpla, y a esos canallas del crimen organizado que nos tienen secuestrados, que esta es nuestra casa”.

El obispo Raúl Vera afirmó que “hay una política de maquillaje donde se están simulando unas mejoras a los derechos de los mexicanos, pero no se está tomando en cuenta la denuncia del tribunal permanente de los pueblos”.

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