La semana pasada, el Inegi dio a conocer la estimación oficial del desempeño de la economía mexicana durante los primeros tres meses del año. De acuerdo con el instituto, el PIB creció el primer trimestre 0.4% con respecto al periodo previo (con cifras desestacionalizadas) y 2.5% con respecto a un año antes. Este crecimiento es menor a las previsiones que realizaron los especialistas del sector privado consultados mensualmente por el Banco de México, grupo al cual pertenece Consultores Internacionales, S.C., cuyo promedio esperado en abril fue de 2.62%.

Ahondando en los resultados dados a conocer por el Inegi, destaca el crecimiento del PIB de las actividades primarias, que fue del 6.8%; el de las terciarias, 2.9%, y el de las secundarias, 1.5%, sobresaliendo en este grupo el decremento de 5.0% de la minería, el crecimiento de 4.2% de la construcción y el de la industria manufacturera por 2.9%. Cabe señalar que la caída en la actividad minera es producto de la crisis petrolera que vive el país, ya que la minería petrolera (la extracción de hidrocarburos) se redujo 5.8% en términos reales.

Este comportamiento es resultado de la reducción en la plataforma de producción de petróleo que hemos venido experimentando desde hace años. En efecto, según información oficial, la producción de Petróleos Mexicanos cayó en 2014 con respecto al año previo 3.7%, con una producción promedio anual de 2.42 millones de barriles diarios, su nivel más bajo desde hace 28 años, con un nivel de exportación de crudo de 1.14 millones de barriles diarios en promedio —el más bajo en 33 años— y que representa una caída de 4% respecto a un año antes. A ello habría que agregarle la reducción de alrededor de 50% en el precio de exportación del hidrocarburo para dimensionar la gravedad de la situación que enfrentan las finanzas públicas, que si bien se han visto compensadas en parte por el ahorro que representa la compra de gasolina barata en el mercado internacional, su reducción en el precio no se ha trasladado a los bolsillos de los mexicanos. Así, se han anunciado recortes del gasto en 2015 y un ajuste sustancial para el presupuesto de 2016.

Ahora bien, las condiciones externas que enfrenta la economía mexicana son en extremo delicadas porque están cargadas de incertidumbre, principalmente en el contexto financiero ante el inminente aumento de tasa en Estados Unidos, que se espera se realice a mediados del segundo semestre. Aunado a lo anterior, también tenemos los magros resultados del primer trimestre en nuestro principal socio comercial, cuyo producto apenas creció 0.2% en términos reales, lo que se reflejará en las exportaciones de productos manufacturados mexicanos en los próximos meses.

En el interior, el comportamiento de la demanda interna tampoco muestra ser capaz de sostener un mayor ritmo de crecimiento de la economía, y dependerá principalmente de las expectativas que se formen luego de las elecciones y del impacto real de los ajustes en el gasto público. Esta situación explica en gran parte que no se presenten presiones significativas en el comportamiento de los precios, por lo que es de esperarse que la inflación se mantenga durante el año por debajo del techo de fluctuación del objetivo del Banxico.

Estas condiciones han llevado a que tanto la Secretaría de Hacienda como el Banco de México ajustaran a la baja sus expectativas de crecimiento para 2015. El primero recortó en un punto porcentual su pronóstico de crecimiento del PIB, de un rango de 3.2% a 4.2% a uno de 2.2% a 3.2%, mientras que el banco central ajustó su intervalo de crecimiento previo, que era de 2.5% a 3.5% a uno de 2.0% a 3.0%. Lo anterior implica que las autoridades financieras y monetarias han optado por dar más realismo a sus previsiones, ya que desde meses atrás el consenso de los analistas no sobrepasaba 3%.

En el caso de Consultores Internacionales, S.C., compartimos el hecho ineludible de que las condiciones que enfrentará la economía nacional en los próximos meses será de debilidad en la demanda interna y externa, por lo que también hemos ajustado a la baja nuestras expectativas de crecimiento para 2015. Particularmente planteamos que la economía crecerá entre 2.4% y 2.8%, cifra superior a la lograda en 2014, pero que sin duda refleja la pobreza en la dinámica nacional, la vulnerabilidad externa y la inacción interna que se manifiesta en una ineficiencia en el gasto. Lo anterior se hace evidente en el histórico desperdicio de recursos que significa el proceso electoral y en la tibieza para instrumentar a cabalidad las reformas estructurales que sólo han prendido en el papel, pero no en los hechos.

*Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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