La Industria Maquiladora y Manufacturera de exportación ocupa un lugar muy relevante en la estructura productiva de la economía mexicana. Considerado como un sector, éste contribuye con la mayor parte de las exportaciones no petroleras de bienes del país, representando, así, un núcleo del crecimiento y del dinamismo del sector externo no financiero. El patrón de crecimiento económico está estrechamente vinculado a la producción de este segmento de la industria.

Si bien la maquiladora surgió en 1965, no es sino hasta la década de los ochenta con la apertura comercial y, sobre todo a partir de mediados de los noventa, con la firma del TLCAN, que la Industria Maquiladora de exportación ha sido impulsada por el gobierno como la principal vía de inserción internacional de la economía mexicana y como herramienta para modernizar el tejido productivo mexicano.

En los últimos años, coincidiendo con la crisis de Estados Unidos y con sus efectos inducidos sobre la economía mexicana, en general, y la maquila, en particular, se ha abierto un debate en México en relación a los efectos de esta industria sobre el desarrollo económico. Aparecen dos posturas enfrentadas: quienes defienden un efecto positivo derivado del proceso de escalonamiento industrial de la maquila con el desarrollo de lo que se conoce como maquilas de cuarta generación; y quienes plantean una visión negativa derivada de la elevada dependencia del sector respecto de la economía norteamericana y del creciente componente importador de la maquila y su escasa interrelación con el tejido productivo local. Ambas posturas tienen aristas importantes de analizar.

En el contexto nacional, la Industria Maquiladora ha sido una importante fuente de empleos, en particular en la región fronteriza norte, lo cual es entendible si consideramos que el Programa de la Industria Maquiladora de Exportación, tenía como finalidad absorber el desempleo que generaría la terminación (en los años sesenta) del programa de braceros. Desde su arranque, el Programa ha crecido de manera constante. En 1965, había 12 plantas que empleaban a 3,107 trabajadores y en 1970 ya eran 120, con poco más de 20 mil trabajadores. Diez años más tarde, en 1980, operaban 620 plantas que proporcionaban 119,500 puestos de trabajo; en 1990, las cifras se triplicaron, y para los años 2000-2001 se alcanza el máximo registrado tanto en empresas como en empleos, con 3,560 establecimientos y 1.2 millones de empleos, sólo de la industria maquiladora. Cabe recordar que en 2007 se unificaron los decretos de los programas de fomento a la exportación y se creo la IMMEX, la cual cerró 2013 con 5,096 plantas y poco menos de 2.1 millones de personas ocupadas, cerca de 50% de los empleos formales registrados en el IMSS en la industria de la transformación.

Ahora bien, desde la creación de la Industria Maquiladora de exportación hace más de 40 años, y con la consolidación de la Industria Manufacturera de exportación en 2007, el mayor beneficio que se ha registrado a escala regional es su aportación al empleo formal, permanente y bien remunerado, de manera especial en los estados fronterizos. Así lo demuestran las cifras, en estados como Chihuahua, Baja California, Tamaulipas, Coahuila y Sonora (los estados de la frontera norte), la IMMEX ocupa a más del 73 % del personal de la industria de transformación registrado en el IMSS.

Destacan los estados de Baja California y Chihuahua donde la industria maquiladora de exportación da empleo a 80 y 82 % respetivamente de los empleos manufactureros. No es, en caso alguno, un asunto menor plantar que el destino y el desarrollo económico de estas entidades está ligado estrechamente al desempeño de esta industria.

No es de extrañar entonces que si la IMMEX, que es tan importante para el desarrollo regional, cuando ha visto mermada su capacidad generadora de empleo, las entidades más industrializadas se estén viendo afectadas significativamente. Casos de las crisis de 2003 y de 2009 en donde se perdieron empleos e incluso empresas.

Ahora bien, distintos análisis han coincidido en que a nivel nacional la principal característica del sector exportador es la desarticulación de las cadenas productivas y, por ello, la industria maquiladora tiene poco arrastre y por sí sola sería incapaz de generar los empleos necesarios para un crecimiento dinámico y sustentable. En este sentido, se puede señalar que la industria maquiladora se caracteriza por ser un enclave productivo exportador con un limitado encadenamiento productivo hacia atrás y nulo hacia adelante, por lo que su vinculación real con la economía nacional se realiza por medio del mercado laboral y los ingresos de divisas.

En este contexto, es importante no dejar de lado que los impactos regionales, incluso a nivel municipio, tienen un peso específico más importante. Recodemos que la reciente iniciativa de reforma fiscal, pretendía retirar uno de los incentivos más importantes para la Industria Maquiladora, como lo es la exención en el pago del IVA a las importaciones temporales, lo que sin duda restaría no sólo competitividad internacional al sector, si no que podría haber afectado al desarrollo regional, sobre todo de la zona norte del país. No obstante, y gracias al trabajo del Consejo de la Industria Maquiladora, se logró mediante mecanismos legales, mantener el beneficio, lo cual quedó plasmado en el Decreto IMMEX publicado el pasado mes de diciembre.

La Industria Maquiladora podrá tener a nivel nacional muchos detractores, pero a nivel regional y municipal es indiscutible su aportación al desarrollo tanto económico como social, ya que a ese nivel no sólo mantienen la ocupación, también contribuyen, mediante los proyectos de responsabilidad social, aspectos sociales, de convivencia y de sustentabilidad. De igual forma, una gran proporción de los parques industriales tanto privados como desarrollados por los gobiernos estatales, son ocupados por la Industria Maquiladora.

El camino no es desaparecerla, es reforzarla e incrementar los encadenamientos productivos con programas eficientes y bien diseñados de desarrollo de proveedores de calidad mundial, los que lamentablemente no existen a nivel nacional, suficientes al menos para integrarse a la Industria Maquiladora Nacional y así elevar el valor agregado de la misma. De igual forma, es necesario que se le dé una mayor importancia en las estadísticas nacionales y regionales, ya que lamentablemente, se conoce poco cuál es la calidad del empleo que genera; su aportación a las arcas públicas tanto locales como nacionales; la inserción y profundidad de los avances tecnológicos en la industria que atraen, mediante la inversión en activo fijo y capacitación de personal; y la verdadera contribución de esta industria al producto nacional y al desarrollo socioeconómico de los mexicanos.

* Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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