Ejercicio es igual a tortura. Muchos nos aferramos a esta y otras ideas para mantenernos pegados a una silla en la oficina o derramados en un sillón comiendo papitas fritas mientras vemos una película. Hemos dejado a un lado la actividad física y la hemos cambiado por la botella de refresco de cola, dejando también de lado la salud y el bienestar.

Pero quien ha probado las bondades del ejercicio físico no podrán mentir: el ejercicio no es igual a tortura y mejora el ánimo, aumenta la energía y disminuye la fatiga.

Además, es responsable de algo que podría acelerar tu próximo aumento de sueldo o promoción en la oficina: aumenta la productividad en el trabajo.

Las evidencias arrojadas por los estudios científicos coinciden con esto. La Universidad Europea de Madrid realizó un estudio en el que comparó el comportamiento de dos grupos, uno sedentario y otro que realizó actividad física dos o tres veces por semana.

El resultado arrojó que éste aumentó en 86% su consumo de oxígeno, ganó eficiencia cardiaca y necesitó menos latidos para oxigenar sus tejidos.

Al mejorar sus niveles de fuerza muscular, se redujo una de las principales causas de absentismo, según el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de ese país.

“La gente tiene esta idea de que hacer ejercicio implica una pérdida de tiempo de dos horas y que si no lo haces dos horas ya no sirve, pero quien hace ejercicio está mucho más positivo ante la vida y puede aprovechar las oportunidades que se presentan de una manera mucho mejor”, explica Osvaldo Trava, entrenador profesional y director general de Instafit.

No se necesitan dos horas diarias, la recomendación es que incluso una caminata de 30 minutos puede ayudarte a mejorar la salud.

El lado oscuro

La obesidad cuesta y cuesta mucho. Entre otras afecciones, provoca diabetes y enfermedades cardiovasculares. En México, de acuerdo con cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) esta condición cuesta cerca de mil millones de dólares en gastos en salud.

Pero la situación parece que no va a mejorar. Según esta misma organización, los niveles de obesidad en México han aumentado entre 2% y 3% en los últimos cinco años.

Si bien es un problema de desigualdad ya que la crisis económica ha hecho que las familias gasten menos en comida y que los hogares más pobres consuman más comida chatarra, tanto en nuestro país como en Estados Unidos las personas con mayores niveles de educación tienen la misma propensión a ser obesas que las que tienen menos estudios, concluye la OCDE.

En consecuencia, este fenómeno pega en la productividad mexicana. Según los laboratorios Ysonut World Wide, ésta disminuye hasta 50% debido a este padecimiento, lo cual genera pérdidas millonarias a las empresas.

La obesidad puede explicarse como un aumento en los depósitos de grasa corporal causado por un balance positivo de energía, es decir, cuando la ingesta de energía excede el gasto energético, según explica el libro Obesidad en México: recomendaciones para una política de Estado. A este “balance positivo de energía” le ayudan la accesibilidad de alimentos con muchas calorías como las bebidas azucaradas y el bajo consumo de agua, frutas, verduras y cereales, señala el documento.

Las expectativas no son nada alentadoras. Según cálculos de la Academia Mexicana de Medicina (encargada de este estudio), en 2017 el costo de la obesidad se calcula estará entre los 151 mil millones y los 202 mil millones.

Date unos minutos

Si tienes tiempo a la hora de la comida o te es posible ponerle pausa a tu jornada laboral y darte unos minutos, por el bien de tu productividad, haz ejercicio. Varios estudios científicos han demostrado que hacerlo hace que trabajes menos y produzcas más.

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Estocolmo y del Instituto Karolinska descubrió que es posible usar tiempo en el trabajo para hacer ejercicio y tener mejores niveles de productividad.

“Los mismos niveles de producción en el trabajo con menos horas de trabajo significa mayor productividad mientras que los individuos se benefician de una mejor salud como resultado de actividad física”, sostiene el estudio realizado en tres grupos de profesionales odontológicos entre los que se comparó su nivel de productividad al hacer ejercicio.

Existen algunas rutinas que ni siquiera necesitan de aparatos sofisticados. “Puedes hacer sentadillas, desplantes y lagartijas en tu lugar de trabajo”, asegura Trava.

El especialista recomienda incluso que en el espacio que está al lado de tu cama hagas una rutina de 15 a 20 minutos que te llene de energía y te haga generar hormonas como endorfinas, las cuales te ponen en un estado de alerta y mejoran tu estado de ánimo.

Hazlo completo

Pero no sólo es pararte temprano y salirte a correr. De hecho, hacer ejercicio debe de involucrar un cambio de hábitos de manera integral que involucra también lo que comes.

“Si tú quieres mejorar tu salud, no hay cantidad de ejercicio que pueda compensar una mala dieta”, sostiene el especialista.

Así que junto a la actividad física, debe de ir una buena alimentación. Es común que la gente piense que una buena dieta conlleva dolorosos sacrificios. Si bien lograrlo exige compromiso, son pequeños cambios los que te ayudarán a lograrlo. Incluso si vas a comer quesadillas en un puesto ambulante tienes la posibilidad de elegir; en vez de una quesadilla frita de chicharrón y un sope puedes comer solamente una quesadilla asada con champiñones, flor de calabaza y otras verduras.

No suena tan difícil, ¿cierto?

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