Más de 75 microempresarios de la zona serrana de Querétaro han sido capacitados por miembros del Grupo Ecológico Sierra Gorda, para que mejoren estándares de calidad, limpieza y atención al cliente.

La presidenta de esta institución de asistencia privada, Pati Ruiz Corzo, señala que además de fomentar la calidad turística, el grupo ecológico enseña a los ciudadanos a cuidar el medio ambiente, y preservar en mejores condiciones la fauna y flora de la sierra.

“Conseguimos echar a andar lo que hoy día es el destino turístico Sierra Gorda, un destino sustentable en donde operamos con 75 microempresas turísticas locales, tenemos la ruta del sabor, de alojamientos, de artesanos, todos bajo un estándar de capacitación de estructura; hemos pasado de tener fondas horrorosas a tener fondas rústicas pero encantadoras, todas con una misma imagen, ahora tenemos mucha capacidad para recibir al turista, hemos avanzado en una cultura que no existía, como el concepto del baño brillante, por ejemplo, en el que todo debe estar limpio y en orden”.

El Grupo Ecológico Sierra Gorda se dedica desde hace 31 años a combatir el cambio climático a través de múltiples acciones realizadas en la zona serrana, en donde las 638 comunidades se convierten en el principal factor de cambio, pues a través de capacitaciones y prácticas de agricultura orgánica, apoyan a reforestar más de 70 mil hectáreas de la Sierra Gorda.

A lo largo de tres décadas de trabajos para mejorar el medio ambiente, un total de 100 mil habitantes de la región se han visto beneficiados con los programas impulsados por el grupo ecológico.

Todos los días, señala Ruiz Corzo, parten equipos de trabajo rumbo a la Sierra Gorda para capacitar a los ciudadanos sobre educación ambiental, mejoramiento de suelos, turismo, diversificación productiva, ganadería y desarrollo forestal; todas estas acciones apoyadas por el gobierno estatal a través de la Secretaría de Desarrollo Sustentable.

Algunas de las capacitaciones para combatir el cambio climático en esta área natural protegida, consisten en el pastoreo planificado, en donde las vacas fungen como maquinaria pesada para aplanar caminos y producir abono para la vegetación; otras consisten en crear alimentos orgánicos como maíz y jitomate, además de retirar de la zona todo el cartón, plástico y vidrio para posteriormente reciclarlo.

“Las comunidades rurales deben ser el principal aliado para frenar el cambio climático, no deben verse como el enemigo”, comenta Pati Ruiz Corso, directora de la institución.

arq

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