La división de los grandes bancos estadounidenses como sugirió la semana pasada el presidente Donald Trump puede encarecer el costo de los servicios financieros y complicar la regulación del sistema, explicó el economista en jefe de BBVA Bancomer, Carlos Serrano.

Según Trump, se encuentra analizando la posibilidad de aplicar una medida de este tipo, apoyada por un segmento del sector financiero en Estados Unidos que busca regresar a una legislación similar de 1933.

“Hay gente que quiere volver al viejo sistema, ¿verdad?, así que vamos a mirarlo”, dijo Trump a Bloomberg la semana pasada.

En opinión de Serrano, la preocupación de la administración estadounidense que sugiere la posibilidad de aplicar una ley de estas características radica en la posibilidad de una quiebra de los grandes bancos en Estados Unidos y su efecto en la economía.

“No es una medida acertada. Al final la regulación debe encaminarse a tener bancos más seguros sin importar que sean grandes o pequeños. Entiendo que parte de la preocupación viene de que la posible quiebra de un banco grande puede tener un gran efecto en la economía pero al final también si se separan los bancos y quiebran de forma simultánea, la quiebra de varios bancos también puede generar problemas en la economía”, explicó el analista.

En ese sentido, el contagio para el sistema financiero, incluyendo al mexicano, llevaría a encarecer costos en los servicios al disminuir eficiencias y romper con sistemas de comunicación entre las firmas financieras.

“El negocio bancario demanda de importantes escalas, tanto por el nivel de capital que se requiere por los complejos sistemas que utilizan. En ese sentido, un banco logra tener mayor escala al volverse más eficiente. Romper bancos en sistemas más pequeños puede encarecer el costo de los servicios financieros al disminuir estas eficiencias”, destacó el economista.

Al romper con los grandes bancos en unidades de menor tamaño, se tendrían que realizar nuevas inversiones de capital para mantener la relación entre el sistema financiero internacional, lo que repercutirá en mayores costos de servicios para los usuarios, efecto que puede verse reflejado en el mercado mexicano.

Así, Serrano destacó que la política de estabilidad en el sistema bancario debe estar más enfocada a minimizar la posibilidad de quiebra.

Esto se hace con regulación de capital, mapas de resolución que hacen los propios bancos para saber en caso de entrar en incumplimiento cómo se puede resolver y mejores esquemas de resolución. El tratar de romper bancos no resuelve el problema. Se resuelve teniendo una mejor regulación que exija un capital adecuado y de calidad. que se tengan reglas de reservas, de liquidez”, añadió.

Serrano destacó que si bien se trata de una preocupación legítima, no es la manera más acertada de atacarla.

“El tema sería muy debatido en el Congreso y sería una discusión larga y complicada de transitar. Pero es algo similar a otras de sus propuestas con no tantas posibilidades de ser aprobada”, comentó el analista.

Complicaciones. El presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Jaime González Aguadé, explicó que una medida de este tipo sería fuertemente analizada y discutida en Estados Unidos por la ineficiencias que puede generar en la regulación y operación del sistema bancario.

“Son procesos que no son sencillos. los bancos grandes tienen muchas sinergias entre sus unidades de negocio con lo cual separarlos no significa nada más romper el tamaño, sino que genera ineficiencias. Es un tema que tendrán que analizar las autoridades estadounidenses y ver si hay una repercusión en México.

Legislación histórica. La Ley Glass-Steagall, promulgada en 1933 en Estados Unidos por el presidente Franklin D. Roosevelt, fue consecuencia de la Gran Depresión de 1929, con lo que el gobierno estadounidense buscó controlar la especulación en el sector financiero, con lo que impuso la separación de la banca de depósito y de inversiones.

Con la separación de estos sectores, dicha ley buscó la consolidación de un sistema bancario estadounidense formado principalmente por bancos nacionales y estatales.

En consecuencia, las instituciones financieras eran fuertemente vigilados por las autoridad para impedir prácticas monopólicas y no podían participar en los consejos de administración de las principales empresas en Estados Unidos.

Ante una fuerte presión de los bancos en 1999, fue derogada y desde entonces se permitió la fusión entre bancos, así como aumentar operaciones de riesgo e incremento de la deuda.

Para varios especialistas del sector financiero estadounidense, una ley de este tipo pudo evitar la crisis financiera global de 2008, con lo que cuenta con simpatía en un fuerte sector de la economía estadounidense.

2018, el riesgo. Sobre el desempeño de la economía mexicana para los próximos meses, el representante de BBVA Bancomer destacó que una mayor incertidumbre en el escenario electoral rumbo a 2018 es el principal riesgo interno para el crecimiento.

“Puede crecer la incertidumbre política de cara a 2018 y que esto pueda frenar inversiones. Este sería el principal factor de riesgo para la economía mexicana”, explicó Serrano.

Al momento, las expectativas de crecimiento para el país han mejorado ante un mejor escenario de renegociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, lo cual abre la posibilidad a tener condiciones que no afecten a ninguno de los tres países integrantes del acuerdo.

“También vemos un mejor dinamismo en la economía de Estados Unidos y hace que las exportaciones crezcan a doble dígito”, agregó.

Sin embargo, sigue la posibilidad de que se enrarezca el clima para la relación entre México y Estados Unidos y afecte a la economía mexicana.

Ante una mejora en las expectativas, BBVA Bancomer subió su pronóstico de crecimiento para la economía mexicana, de 1% a 1.6% en 2017 y de 1.8% a 2% para el año próximo.

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