Barcelona celebró ayer una gran manifestación contra el yihadismo nueve días después de los dos atentados reclamados por el Estado Islámico en los que murieron 15 personas y 130 fueron heridas. El lema del acto fue “No tinc por!” (“No tengo miedo”, en catalán), un grito de rebeldía contra la pretensión terrorista de sembrar la discordia y la desconfianza entre confesiones religiosas en Europa.

Medio millón de manifestantes, de acuerdo con cálculos de la policía, participaron en la marcha, que partía a las 6:00 de la tarde de los jardines de Gracia. El recorrido oficial terminó en la plaza de Cataluña, pero muchos de los asistentes lo prolongaron por La Rambla, el escenario de la carrera asesina en la que el terrorista Younes Abouyaaqoub atropelló el 17 de agosto a cientos de turistas que paseaban por la principal vía de la ciudad.

La marcha se concibió como una demostración de unidad. Para evitar su politización, la organización decidió que la cabecera la ocuparían 75 representantes de cuerpos de seguridad, emergencias y de entidades vecinales y ciudadanas, en lugar de los cargos públicos y políticos de todos los partidos que acudieron ayer a Barcelona. Sin embargo, en las horas previas comenzó a crecer la tensión en torno al debate nacionalista que marca la política catalana.

El 1 de octubre está convocado un referéndum sobre la independencia catalana, que el Estado español no reconoce. La presencia ayer en Barcelona del presidente del gobierno, Mariano Rajoy, y del rey Felipe VI generaron gran rechazo entre los nacionalistas catalanes, quienes la percibieron como una provocación.

El rey y Rajoy recibieron constantes pitadas y abucheos. Se trataba de la primera vez que un monarca español acudía a una concentración popular. Como príncipe, Felipe VI participó en 2004 en una manifestación en Madrid, tras los atentados yihadistas que mataron a 192 personas, y en 1997 asistió en el País Vasco a otra contra el terrorismo de ETA.

Por contra, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, fue jaleado por los manifestantes, quienes optaron mayoritariamente por llevar esteladas (banderas republicanas catalanas) en lugar de la española.

El acto terminó con la lectura de un manifiesto en la plaza de Cataluña que recordó a las víctimas y agradeció la labor de la policía.

“Los que hoy estamos aquí hemos venido para gritar bien fuerte y con una sola voz: ¡No tengo miedo!”, comenzó el manifiesto, escrito con partes en catalán y en castellano.

“No tenemos miedo de condenar estos crímenes que sólo persiguen provocar el terror a través de la muerte y la devastación para intentar romper nuestro modelo de convivencia”, recogió el texto, leído por Rosa María Sardá, actriz popular en Cataluña, y la activista musulmana Míriam Hatibi, que se cubría el cabello con un pañuelo islámico.

También en la ciudad catalana de Ripoll, de donde procedían la mayoría de los 12 yihadistas que perpetraron los atentados, los vecinos se reunieron ayer para rechazar la violencia. A la concentración de este municipio, de 11 mil habitantes y con 500 vecinos marroquíes, acudieron familiares de los jóvenes terroristas, como la hermana de Moussa (que murió por disparos de la policía) y Driss Oukabir (detenido y bajo investigación). “Debemos trabajar juntos para que esto no vuelva a suceder”, pidió Hafida Oukabir, muy aplaudida mientras se le cortaban las palabras por las lágrimas.

La mujer también solicitó a las instituciones y entidades sociales su ayuda para que jóvenes hijos de inmigrantes, como sus hermanos, “sientan que Cataluña es su tierra” y sean capaces de “rechazar cualquier mensaje radical o extremista”.

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