El ir y venir de gente por los pasillos de la Terminal de Autobuses de Querétaro (TAQ) es constante. Familias enteras que esperan la salida de sus camiones a distintos sitios se observan. Otros llegan para pasar el último día del año con sus familiares, aunque no todos lo hacen por gusto, pues algunos más viajan para ver a parientes enfermos, cuando no tenían planeado salir estas fechas.

Los mostradores de las distintas líneas de autobuses lucen llenos. Las filas dependen de los destinos de los autobuses. Los más saturados son los que van a la Ciudad de México, aunque los que tienen destinos al occidente y norte del país lucen también llenos.

Por otro lado, las llegadas también son numerosas. Por las puertas de arribo llegan cientos de personas, algunas familias completas, otras personas en solitario, en quienes se ve el alivio de llegar a Querétaro.

Sin embargo, no todos los viajes son de placer o de vacaciones. En una banca a un costado de la puerta principal del edificio A de la TAQ una pareja de adultos mayores espera la salida de su autobús a Guadalajara, Jalisco. Son Alfredo Alberto Hernández y su esposa Eva Pantoja, a quienes les espera un viaje de al menos seis horas.

Alfredo explica que viajan a Jalisco porque su padre, Maximiliano Hernández, de 98 años de edad, está delicado de salud, y sus hermanos, quienes le avisaron de la situación, temen un desenlace trágico. Apunta que antes de la llamada que recibió de sus consanguíneos, no pensaba salir de Querétaro, quedándose en la ciudad para pasar estas fechas con sus cuatro hijos. “Yo nunca viajo en estos días. Hay mucha gente, nosotros apenas podemos, pues ya estamos grandes”.

Sus hijos le recomendaron que fuera a ver a su padre, “no vaya a ser el último año que viva mi padre. Me dijeron que me fuera, que no me preocupara”, señala el hombre. En Jalisco lo esperan cinco hermanos, quienes están con su padre, y esperan su llegada. Alfredo y Eva dejan la banca y se acercan a la sala donde esperarán unos minutos más la salida de su autobús rumbo a Jalisco, en un viaje que no tenían pensado, hasta antes del miércoles, hacer.

Conforme avanza el día, el movimiento en la terminal aumenta. Afuera, los taxis esperan a los clientes que van llegando a Querétaro y que piden ser trasladados a los distintos sitios de la capital, o los turistas que preguntan cuánto cobran a tal o cual hotel, ubicados principalmente en el primer cuadro de la capital queretana.

Otras personas son llevadas por sus familiares a la terminal, pues en solitario viajan a otras ciudades, aunque tampoco faltan los automovilistas que van a recoger a parientes que llegan a tierras queretanas.

Jesús Aguilar viaja a la Ciudad de México. No tendrá que esperar mucho tiempo, como la mayoría de los viajeros, pues su camión saldrá en 20 minutos, aunque tuvo que sacrificar viajar en primera clase, ya que en esas unidades no había lugar hasta pasadas las 14:00 horas. A Jesús lo esperan su esposa e hijos en la capital del país. Él tiene que estar en Querétaro por cuestiones relacionadas a su trabajo, en el sector de la construcción, donde es chofer.

Señala que sí encontró transporte, “pero si hay bastante gente, comparado con otros días”. Sus hijos ya son adultos, uno tiene 36 y otro 29 años de edad, además de tener una nieta. En Navidad, dice, hizo el viaje de la misma forma para poder estar con su familia.

Jesús aún no sabe el menú para la cena de Año Nuevo, “en Navidad fueron romeritos y bacalao, entonces a lo mejor hoy es una pierna o un lomo, o algo así”, al tiempo que comenta que su familia ya se acostumbró a este tipo de rutinas, donde él tiene que estar lejos de casa por cuestiones de trabajo.

Explica que trabaja para una empresa que hace diversas obras, la mayoría en la Ciudad de México, pero en ocasiones —como ésta en la que hacen una gasolinera en Querétaro— por lo que tiene que radicar en la entidad. En otra ocasión trabajó en otra obra en el estado de Jalisco.

“Aquí, por lo regular, viajo cada ocho días a ver a la familia, pero estando en Jalisco, ahí sí era cada mes. Es un viaje de ocho horas. A nosotros nos ayudan (con los pasajes) como venimos de la Ciudad de México nos ayudan con el pasaje”, asevera Jesús.

Agrega que al llegar con su familia seguramente saldrá a hacer compras, a apoyar en alguna actividad a su familia o a jugar con su nieta. Viaja ligero, sólo una pequeña maleta con lo necesario para un par de días con la familia, antes de regresar al trabajo en Querétaro.

Frente a los diferentes mostradores comienzan a aparecer maletas y mochilas apiladas en montones. Son de familias que viajan completas a otros estados. Mientras uno de los integrantes va a comprar los boletos, los demás esperan junto al equipaje o van al baño.

Los locales comerciales de la TAQ también lucen llenos. Los comensales son aquellos pasajeros que tendrán que esperar aún algunos minutos u horas para partir a sus destinos. Mientras comen algo o toman un café, mientras clavan la mirada en las pantallas de sus teléfonos inteligentes, actualizando sus estados en Facebook o mandando tuits, un tanto ajenos a lo que pasa a su alrededor.

Junto a una pila de maletas y a un lado de su novio Luis, Citlali Monserrat Salazar espera la hora de regresar a su natal Tecomán, Colima, después de pasar la Navidad y parte de la última semana del año en Querétaro. Dice que pasó ocho días en en el estado y decidieron pasar tiempo aquí, visitando algunos lugares como Bernal.

A Citlali, su novio y a cinco personas más, les espera un viaje de ocho horas hasta Tecomán. Su autobús parte a las 14:00 horas y durante poco más de tres tendrán que esperar ese momento.

Citlali, de no más de 24 años, no conocía Querétaro y le pareció “muy bonito”, aunque un poco frío, pero eso no será impedimento para que vuelva.

El sonido de la TAQ vocea a quienes sus autobuses están a punto de dejar, pues tienen 15 minutos antes de la salida para abordar las unidades, salir puntuales y llegar a salvo a sus destinos.

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