Ivonne Ruiz va envejeciendo al paso de los minutos. No es la misma jovial que coordina staff, observa montaje de luces, a la que se encierra en la capilla construida en 1900 donde fuera el escenario del fusilamiento del entonces Emperador de México, Maximiliano de Habsburgo.

Ruiz asciende la escalinata con una pesada maleta; luego, cada minuto que pasa, sus manos no toman el maquillaje con finas brochas, sus dedos le van incrementando la edad a embarradas de color.

Una luz de cuarzo ilumina hasta cegar al que asciende la escalinata y dentro de la capilla va naciendo una octogenaria Carlota. La misma que emerge envuelta de bruma tras la tercer llamada.

En 1991, se presentó la pieza La Loca de Miramar por primera vez en un sótano; Ivonne Ruiz, 25 años después, recuerda con mucho cariño que para poder llegar a ese espacio, una antiquísima casa de la colonia Roma de la Ciudad de México, el publico tenía que recorrer un salón imperial, luego la cocina y descender por una escalera de caracol, para llegar al lúgubre espacio que no tenía una altura mayor a 1.50 metros.

Los espectadores solían tropezares con un baúl lleno de telarañas, para luego seguir bajando a un segundo sótano, donde estaban unas bancas dispuestas para el público que había logrado llegar hasta el sitio. Esa casona solía ser el búnker del club de ajedrecistas.

Uno de los sueños de la reconocida actriz Ivonne Ruiz, fue representar este monólogo en el Cerro de las Campanas, lugar donde fuera fusilado el Emperador Maximiliano de Habsburgo el 17 de junio de 1867; en 1996 por primera vez se presentó en el histórico cerro.

Esta pieza teatral, que se basa en la pieza de Fernando Del Paso, Noticias del Imperio, y es dirigida por Benito Cañada, ha sido una obra que la ha llevado a recorrer todos los rincones de los municipios del estado y con la cual ha viajado por España, Francia e Inglaterra.

Con un permiso tácito de Maximiliano, cuando Ruiz le habló al lugar donde cayera su cuerpo, avisando que estaba personificada de su esposa, la respuesta fue un viento largo y fresco que haría se despejara el cielo y la luna llena le sonriera.

La actriz, 25 años después, se siente agradecida con los espacios y con todos quienes han acudido a ver la puesta en escena que interpreta.

Para Ivonne ,“Carlota es un juego teatral, he aprendido con Carlota que el teatro es un juego, el juego más hermoso que puede haber, y se debe tratar con respeto, no jugar a actuar. El error más grande que comete un actor al subirse al escenario es jugar a actuar”.

“Aprendí a poner al servicio de Carlota, lo que Ivonne es, lo que Ivonne le puede dar, tratando de construir con la mayor honestidad un personaje que lejos de ser histórico y trascendente para nuestra historia, es una mujer que perdió todo, lo tangible y lo intangible. El amor, lo material, el poder y se quedó aún siendo una emperatriz en la miseria más absoluta y más ruin; y que trató de construir con base en su locura el deseo de ser [ella] cada día de su vida hasta los 86 años”, dice.

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