La conferencia de prensa que ofrecían Jerónimo Sánchez Sáenz, Pablo González Loyola Pérez y Alicia Colchado, que tenían como invitado especial al ex diputado federal Gerardo Fernández Noroña, se llevaba a cabo con normalidad, en el restaurante 1810 de Plaza de Armas.

Justo cuando Jerónimo Sánchez hablaba de los gobiernos panistas, en una mesa contigua ocupada por cuatro personas, un hombre gritó que se callaran, que no dejaban desayunar y que el lugar no era tribuna política. Esto provocó la reacción de Sánchez y Fernández Noroña, quienes respondieron en el mismo tono.

Uno de los hombres era Jaime Guevara, catedrático de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) identificado con el panismo queretano, quien desayunaba con tres acompañantes, quienes también comenzaron a intercambiar palabras con Sánchez y con Fernández Noroña, ante el desconcierto de los meseros y otros comensales que notaron como los ánimos comenzaban a calentarse.

“Este un lugar público. Nada más aquí [vienen] con sus grillas”, dijo uno de los hombres. Fernández Noroña respondió de inmediato: “¿Grillas? Nos estamos pronunciando. Al rato cuando a tí te persigan también voy a hacer esas grillas. Y cuando quieras tu libertad, cuando te manden a la cárcel por un delito prefabricado”.

Alicia Colchado trataba de calmar a Fernández Noroña, diciéndole que no cayera en la provocación. Mientras, otro individuo de la mesa contigua pedía respeto; Jerónimo Sánchez le dijo que dejara de gritar. “Deja de gritar, inútil”, le respondió el líder del magisterio disidente, liberado esta semana luego de pasar ocho días privado de su libertad en el Penal de San José el Alto, acusado de motín agravado.

“Nada más hablen bajito”, decía uno de los comensales. “Bajito ustedes. Si quieren respeto, respeten”, les dijo el ex diputado, quien agregó que “Sergio Jerónimo estuvo ocho días en la cárcel y tiene derecho a alzar la voz, porque le están prefabricando delitos y tiene derecho a estar indignado. Y si a los amigos [los de la mesa contigua] les molesta que se plantee una cosa de ese tipo, pues desayunen en otro lado”.

Sánchez Sáenz comenzaba a retomar su intervención, pero un Fernández Noroña aún molesto interrumpió para recordar que hay 43 normalistas víctimas de desaparición, que México está bañado de sangre, que se está perpetrando un fraude electoral en el Estado de México y que la mayoría de la gente vive en pobreza.

“Es verdaderamente infame. Qué le molesta [al comensal)], que su desayuno se le entripe porque se están denunciando esas cosas. Perdón. Perdón, pero a nosotros se nos entripa todos los días. Perdón, pero los hijos del pueblo ganamos el derecho de estar en estos lugares, porque no nos los regala nadie. Tenemos el derecho de alzar las voces cuantas veces sea necesario, para que este tipo de cosas no se sigan reproduciendo”, enfatizó el ahora ex senador de la República.

Ante los gritos y los reclamos, un elemento de la Policía Municipal “se apersonó” en el café de Plaza de Armas, para ver si todo transcurría con normalidad, pero todo había pasado ya; sólo quedaba un poco del nerviosismo del personal de meseros del lugar.

Un reservado Pablo González tomó la palabra después del altercado, ante el cual permaneció sereno, tranquilo. Saludó la presencia de Jerónimo Sánchez; asimismo, recordó que este 17 de junio se cumple un año de que fuera privado de su libertad, también acusado de motín agravado, por el cual estuvo tres meses en el penal de San José el Alto.

Los cuatro activistas presentes en el 1810 coincidieron en que buscarán que se derogue el delito de motín del Código Penal del estado, así como todos los delitos que sirven para la persecución política.

“El motín implica una perturbación al orden público y que se afecte la estructura jurídica material y se atente contra la organización política del estado”, dijeron.

Luego de la rueda de prensa, los activistas se dirigieron a Palacio de Gobierno, pero las puertas del recinto estaban cerradas, por lo que no pudieron pedir audiencia al gobernador Francisco Domínguez Servién, quien a esa hora estaba en un evento en Santa María Magdalena.

Los inconformes pegaron un par de carteles en la puerta de Palacio de Gobierno y se retiraron.

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