La voz de Miguel Pechir se quiebra al hablar de su hija Mariana, quien se encuentra en terapia intermedia en el Hospital General de Querétaro, tras ser operada luego de recibir un disparo de arma de fuego en la cabeza por parte de una mujer, identificada como la actual pareja de su exnovio.

Miguel narra que la mujer que intentó acabar con la vida de su hija, se hizo su amiga en el gimnasio. En febrero su hija terminó una relación de dos años con quien identifica como Diego.

“Veíamos una relación normal, pero de repente había gritos. Mi hija lo excusaba, decía que no era contra ella, que estaba enojado por otra cosa.

“Nunca vi una agresión física, pero sí veía mucha agresión verbal, sicológica. Mi hija se cansó, lo quiso cortar y entonces él la lastimó al subirla a su coche. 

“Ese día que lo cortó, él le dijo que tenía unas ganas inmensas de matarla a golpes; eso no lo sabíamos. Ella se cansó de la situación, habló con su mamá y conmigo, Ahí nos dijo: ‘Diego me lastimó’”, recuerda Miguel.

Cuando se enteraron de ello, le dijeron que terminara la relación por teléfono y fueron a la Fiscalía del estado, a la Unidad de Atención a Víctimas, donde se interpuso una denuncia de hechos, aunque no se demandó al individuo, pero sí hubo una orden de restricción.

El mismo Miguel fue quien notificó a Diego la orden de restricción. El joven le pidió despedirse de ella, pero Miguel se negó. Eso pasó en febrero.

Mariana y Diego iban al mismo gimnasio. A raíz del incidente, los padres de Mariana la cambiaron a otro lugar, donde conoció a una joven, a la que Mariana calificó como “buena gente”.

Un día se le había hecho tarde y regresaría a su casa caminando, pero Miguel le dijo que él iba por ella. Sin embargo, en aquella ocasión la acompañó su nueva amiga, quien incluso entró al domicilio de la familia.

Días después la acompañó nuevamente a su casa y posteriormente la mujer invitó a Mariana a su domicilio. Accedió, pero Miguel la llevaría, por lo que pidió la ubicación de la casa, todo el protocolo de seguridad.

Pasó el tiempo y un amigo de Mariana le comentó que Diego tenía una nueva novia, le mostró una fotografía de la nueva pareja, dándose cuenta de que era su amiga del gimnasio.

Mariana encaró a la mujer, diciéndole que no le interesaba tener ningún contacto con ella, que desconocía sus intenciones, pero que no quería saber nada de ella y de Diego.

El martes pasado, le llamó la mujer identificada como Teresa, para decirle que quería hablar y aclarar las cosas. Se quedaron de ver el miércoles a las cinco de la tarde en el fraccionamiento de Mariana, en Corregidora.

Miguel en ese momento no estaba en casa. Su esposa, la madre de Mariana, le dijo que había llegado Teresa y le abriría la reja del lugar para hablar en el área verde común del sitio.

“Mi hija sale, abre la reja. Me imagino que esta mujer le pidió que saliera por ella, para evitar el protocolo de seguridad del condominio para que no la registrara. Iban caminando hacia el área verde, mi hija dándole la espalda, la otra sacó la pistola y…”

Miguel detiene su narración. Su hija recibió un disparo de arma de fuego en la cabeza, en el costado derecho; el proyectil entró y salió del cráneo.

Violencia verbal, sicológica y física sufrió Mariana, menor agredida con arma de fuego
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La agresora huyó corriendo. El guardia de la privada trató de detenerla, pero lo amenazó con la pistola. La mujer sale de la privada, para ingresar a una plaza comercial, entró a un restaurante del lugar, donde se quitó la sudadera, metiéndola en una mochila con la pistola, para luego escapar del lugar.

Al ser presidente del condominio, a Miguel le alertó un vecino que “se había escuchado pirotecnia”. Apenas colgó, otro vecino le llamó para decirle que Mariana estaba herida.

Cuando llegó con su hija, dice Miguel, le comenzó a hablar y Mariana reaccionó. Abrió el ojo izquierdo, pero el derecho lo tenía inflamado. La joven se inquietó, quería levantarse.

Un policía le preguntó su nombre y su edad. Una ambulancia llegó, los paramédicos la trasladaron al hospital.

Mariana fue intervenida el jueves. Los médicos le habían dicho que nueve de 10 pacientes que se someten a la cirugía y son intervenidas no sobreviven. El consuelo de Miguel es que su hija, en lugar de estar en terapia intensiva, está en intermedia.

Le preocupa, confiesa, la pasividad de las autoridades, pues no hay detenidos, a pesar de que la agresora está identificada. Diego fue llamado, pero no en calidad de indiciado.

Miguel siente miedo que la agresora de su hija quiera “terminar” con lo que empezó, o que le hagan a su familia o a él mismo. Sin embargo, Miguel se sostiene, es un padre que se mantiene firme por su hija.

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