La cuenta regresiva comienza. 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1… ¡Feliz año nuevo! Las copas se levantan, pero no chocan. La nueva normalidad obliga a celebrar a distancia el inicio de un año que se espera mejor que su antecesor. Las pantallas de celulares, tabletas o computadoras ahora son el centro de atención en las mesas, ya no se prohíben, se convierten en el vínculo a la distancia entre los abuelos, los hermanos, los hijos, entre las familias.

A diferencia de otras pandemias, ahora la humanidad cuenta con la tecnología para comunicarse, para acercarse a sus familiares, a los amigos. La noche vieja no es la excepción.

Las familias, como los Gómez, se reúnen en torno a sus dispositivos móviles, a distancia. Concertan reunirse en Zoom antes de la medianoche para brindar y compartir la cena, cada quien desde su casa.

Los niños saludan a sus abuelos, quienes sonríen, aunque en los ojos de los mayores están a punto de brotar las lágrimas. Ha sido un año complicado. Las emociones salen a flote, los recuerdos de meses aislados, de clases en línea, de empleos perdidos, o en el mejor de los casos, de jornadas largas de trabajo en casa, 14 horas diarias en ocasiones.

Los padres, hermanos, hijos, sobrinos, despiden el año deseando que esto pase, que concluya la emergencia sanitaria, que las vacunas contra el SARS CoV-2 funcionen, que se pueda volver a salir a la calle.

Mientras, despiden el año como pasaron la mayor parte de los meses. Repitiendo las mismas rutinas que llevaron a cabo para ocasiones especiales, como cumpleaños, días del Niño, la Madre, el Padre… todos celebrados a distancia.

Se comparten el menú. En una casa espagueti con salsa de carne. En otra, cabrito. En una más, lasaña. Todos preparan su comida favorita o la que votaron la mayoría de los miembros de vivienda. De beber, vino tinto, cerveza, tequila, depende del gusto de cada quien. Para los más chicos, refresco o agua mineral.

Los postres también están presentes. Pasteles de chocolate, ensaladas de frutas, pay de manzana, y no puede faltar café.

Este año tampoco hubo discusiones de con qué familia se pasarían las fiestas. Todos estuvieron juntos, al menos por unos minutos, lo que duró la videollamada o la reunión a través de Zoom.

Al igual que en otros años, todos hablan al mismo tiempo. Saludos, buenos deseos, palabras de apoyo. Todo se combina en una reunión virtual, a donde la mayoría, en especial los niños, se han hecho expertos, por las clases que deben de tomar.

“Mira, así se abre el micrófono. Comparte pantalla. Podemos compartir el control de la sesión”, son algunos de los comentarios de los más jóvenes, quienes en esta nueva normalidad lidian mejor con la tecnología que los mayores.

“Ellos ya saben más, están adaptándose a los nuevos tiempos mucho mejor que los mayores”, dice uno de los miembros de la familia, mientras escucha a un niño platicar sus aventuras en el mundo virtual.

Esta ocasión los abrazos quedan de lado, las sillas vacías esperarán para el otro año, pero eso no impide festejar la llegada de 2021 y sus promesas de mejores tiempos.

Se hacen los brindis a distancia. Las copas se acercan, primero entre los integrantes de la familia, en casa, y luego a las cámaras de los dispositivos. Los “salud” se repiten en las diferentes pantallas.

En las calles se escuchan de vez en cuando las explosiones de la pirotecnia que algunas personas salen a quemar en las calles. No todos respetan el confinamiento, la invitación de las autoridades de permanecer en casa, para evitar que los 31 mil 747 contagios y las 2 mil 93 defunciones por Covid-19 aumenten sin control. Se escuchan canciones a todo volumen a lo lejos. Algunas familias festejan sin preocupaciones.

Al otro, el viernes 1 de enero, las videollamadas se vuelven a hacer. Se dan los buenos días o tardes, en algunos casos, a la distancia. Se preguntan si ya comieron, si ya recalentaron lo que quedó la cena.

No hay prisa. Quedarse en casa el primer día del año es una buena idea, considerando el riesgo que conlleva salir a la calle, a donde la gente se concentra y donde el riesgo de contagiarse de Covid-19 es más alto.

La televisión, una película o serie en las plataformas de paga, se convierten en una opción para pasar un par de horas en casa. También se aprovecha para llamar a los amigos, para saber cómo están, recordar anécdotas y planear reuniones cuando la pandemia pase.

En las redes sociales se reproducen los testimonios de las celebraciones privadas, haciéndolas públicas en estas plataformas virtuales. Los mensajes deseando bienes y suerte en este 2021, se reproducen y reciben la aprobación de los usuarios de las mismas.

Uno de los deseos destaca entre todos por ser el más popular y el que más gente quiere: Que termine la pandemia. Se pide eso y salud para todos, además de las recomendaciones seguir cuidándose.

Las videollamadas, como desde marzo pasado, se convierten en la forma de relacionarse, de acercarse a los seres amados. Son parte de la nueva normalidad. A través de ellas y las redes sociales se interactúa, se conocen las novedades de los conocidos, se mandan mensajes o se sabe de quienes han perdido la vida. 2021 inicia, y lo hace como transcurrió 2020, con las familias en casa, con personas saludando a las cámaras de los dispositivos, en aislamiento y con la esperanza de que la pandemia termine.

Google News

TEMAS RELACIONADOS