“Me gustan mucho las bodas, porque como persona es un aliciente que cada ocho días me las traigo en el corazón. El ver, el compartir la alegría, el amor en los demás me llena mucho”, afirma Mario Montero, fotógrafo especialista en bodas desde hace 23 años, y quien ha visto cómo ha cambiado la forma de inmortalizar momentos únicos en las vidas de las personas.

Mario, antes de dedicarse a su verdadera pasión, trabajaba en ingeniería, haciendo planos mecánicos para empresas, pero la foto ha sido siempre su gran amor y su estilo de vida. Comenzó a dedicarse a la fotografía de manera fortuita, pues esa pasión lo hacía acudir con su cámara a todos lados.

Un día, narra, en una fiesta en la escuela de su hija, llevó su cámara y comenzó a tomarle fotos. Los padres de los otros niños, atraídos por la forma en que la hacía posar, le pidieron también fotos, por lo que vio un área de oportunidad.

Explica que no fue complicado dejar su anterior trabajo para dedicarse a la fotografía. “Esto es ese yo que estaba escondido, y que cuando lo encuentras lo tomas. Jamás me dio miedo. Siempre he sido una persona muy atrevida. Siempre he dicho a todos los que trabajan conmigo que el peor enemigo del éxito es el miedo. [Si] tienes miedo, no vas a llegar a ningún lado. Yo nunca he tenido miedo a nada”, subraya.

Sentado en un sillón en su oficina-estudio, donde están aún enrolladas algunas de sus escenografías con las cuales tomaba fotografías en interiores, dice que en un inicio el principal obstáculo con el que se enfrentó fue con el egoísmo de muchos fotógrafos, pues cuando se acercaba a preguntarles “tips” le respondían que eran “secretos del fotógrafo”, pero nunca le dio tanta importancia.

En esa época, relata, trataba de tomar fotos diferentes, no con las clásicas poses, por lo que se ganó el mote de “el fotógrafo cirquero”, pues quería hacer algo que plasmara sus emociones, para lo cual contó con la comprensión de su esposa, quien en todo momento lo apoyó.

Cambios en la profesión

La tecnología ha cambiado en poco más de dos décadas, lo que también ha cambiado la forma de trabajar de los fotógrafos.

“Hoy día un joven tiene ganas o necesidad de hacer fotografía se puede comprar una cámara de 6 mil, 7 mil pesos, [ahora] las cámaras son muy amigables, muy fáciles para trabajar. Hoy no te hacen ser tan pensante, y al mes o dos meses ya pueden generar dinero.

“Cosa muy diferente con nuestra generación, cuando inició era el rollo, desde luego había que saber la sensibilidad de los rollos, de acuerdo a las necesidades, si teníamos nuestro cuarto oscuro para hacer blanco y negro había que saber los tiempos del blanco y negro. Hoy día con la computadora lo manipulan con la mayor facilidad”, abunda.

Mario recuerda que en sus inicios también incursionó en la fotografía instantánea, pues con una cámara polaroid se iba a un bar, “Los de a caballo”, por la noche, por la necesidad de dinero, a tomar fotos a las parejas, lo que le generaba ingresos y aprender más del concepto de la fotografía.

“Hoy, la fotografía actual, está en peligro de extinción. Se está quedando en un sector específico, el que realmente ama, que realmente ve, que realmente tiene la sensibilidad para hacer fotografía, porque hoy en día alguien puede ir a una boda y tomar 2 mil fotos y sólo seleccionar 100. Antes no, antes eran dos rollos de 36 fotos, buscabas realmente capturar los momentos. Hoy no. Hoy buscan capturar el ‘si le atinas’, ‘está quedó bonita’. Tiran ráfagas de 30 fotos para escoger la más bonita”, asevera.

Antes, agrega, eran momentos únicos, tan es así que los fotógrafos de antaño se dedicaban a esperar el atardecer. Hoy no, hoy pueden tomar una foto a mediodía, la manipulan y les da la luz de un atardecer, perdiéndose esa magia del amor directo con la imagen, con lo que se captura.

“Siento que se está perdiendo, que se están alejando de la magia que daba la imagen propia en la fotografía, la espera, el análisis. Somos más perezosos. La gran diferencia [entre las cámaras de antes y las actuales que son digitales] está en quien apachurra el clic. La diferencia con las cámaras de rollo es que pensabas, analizabas a una velocidad muy rápida, porque antes tenían que actuar rápidamente para intentar plasmar lo que querías. Ahora ya no. Hoy día es apachurrale y a ver qué sale. Antes no era a ver qué sale. Estaba ilusionado esperando revelar, para ver si el resultado que esperaban era el óptimo. Hoy lo tomas, lo ves y si no te gusta lo vuelves a hacer”, enfatiza.

Antes se pensaba la imagen

Precisa que también otra de las frases que suele decir a su gente es que la “fotografía se toma antes de apachurrar el botón”, pues antes de tomar la imagen ya se tiene que saber qué es lo que se va a plasmar en la fotografía, a veces en fracciones de segundo.

Dice que este “boom” de las cámaras en dispositivos móviles les ha afectado a los fotógrafos de estudio, pero también al país en general, pues ellos aportaban con sus impuestos a la nación, cosa que muchos de quienes hoy se dedican a la foto, en muchas ocasiones no hacen.

“Antes, se podía tener fila para hacer fotografías tamaño infantil, ahora hasta los mismos maestros pueden tomar las imágenes para sus alumnos [dentro de] la misma escuela.

“En ese sentido también se ha menospreciado mucho el valor o la profesión del fotógrafo como tal. Hoy en día, la mayoría brinda sus servicios a precios muy accesibles, pero seguimos existiendo los especialistas, los que seguimos invirtiendo tiempo y capacitación. Sí, me bajó mucho el trabajo, pero también me quedé con muy buenos clientes que dan pauta para que vaya descansando un poquito más y seguir vigente”, añade.

Con 23 años de experiencia, Mario dice que no necesita publicitarse, pues sus clientes lo suelen recomendar. Asimismo, en estos años le han pasado anécdotas curiosas. Narra que en un ocasión lo contrataron para una boda, pero la misa no se llevó a cabo. La novia, el mismo día del festejo, le llamó para decirle que se cancelaba la boda, pero que lo esperaba en el lugar de la recepción para tomarle las fotos. La fiesta fue para festejar la soltería de la mujer, quien pagó por las fotos de su no boda.

Mario precisa que en unos años más, cuando cumpla 25 años de fotógrafo, se retirará, aunque no del todo, además de que pasará más tiempo con su familia viajará para aprovechar y tomar fotografías, la pasión que lo ha movido por más de dos décadas.

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