Hombres y mujeres, continúan su peregrinar hacia el Tepeyac, la columna de hombres ya sobrepasa las dos mil almas, mientras que las mujeres, están llegando a las 800. Aquí se encuentran y cuentan muchas historias de fe. Las miradas se pierden ente la lluvia y en cada paso se entrega la vida.

Hermila Palomares es originaria de la comunidad de Boye en Cadereyta, peregrina durante 38 años: “desde pequeña estoy en esto, inicié por una manda a la morenita del Tepeyac, yo pedí que tuviéramos salud en la familia. En el hogar somos guadalupanos”.

Sus ojos se dilatan y su rostro brilla cuando habla de su experiencia: “cuando tengo a María enfrente de mí, me entra la emoción, me sudan las manos y le alabo por lo grande y maravillosa que es, no tenemos con que pagarle a nuestra santísima madre, a mi no me importan ni el frío ni el calor, tenemos que seguir adelante hasta estar en sus plantas”.

Ivone Oviedo, llama la atención porque lleva en brazos a su niño y en momentos los pone en su carreola: “cada día nos falta menos. Yo voy con niño, con lluvia, con sol, a veces con la carreola, nos mueve mamá María, yo vengo con mi bebé, entre todas nos apoyamos, para llegar a nuestra meta”.

Jorge Rangel, es originario de Querétaro tiene 56 años como peregrino: “venimos con fervor, y desde Neblinas, la naturaleza es maravillosa, y cada año hacemos nuevos amigos, mi padre nos inculco esta fe, tal ves inicié por curiosidad, tenía nueve años, y ahora que tengo 18 nietos, una bisnieta, mi negocio que es un taller de torno. Mis cuatro hijos son profesionistas, en verdad todo se lo debo a nuestra madre María. Agradecemos a este medio por ser el único que nos está siguiendo todo el camino”.

Francisco Escobedo tiene 53 años como peregrino: “para mi es un retiro espiritual, pero al aire libre, rezando, cantando y ayudándonos unos a otros. Yo vivo en el cerrito haya en la capital Queretana, y envío un saludo a toda mi familia. Me dice: ¿conoce usted al chirgo? le contesto: ¿pues no? “mire, el chirgo es el petate que llevamos atrás de nosotros, nos sirve para cubrirlos del sol y la lluvia y también para dormir en el camino, aunque veo que ya muy pocos lo usan, casi todos traen mochila”.

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