Andy Murray no podría haberse sacado mayor peso de la espalda tras conquistar por primera vez el torneo de tenis de Wimbledon, pero el británico no quiere relajarse y ya piensa en nuevos objetivos.

“Espero no perder el hambre, pienso que debería usar esto como motivación. Sé lo que es perder una final de Wimbledon y ahora sé lo que es ganar una. Y es mucho mejor ganarla”, aseguró ayer Murray, el hombre que acabó el domingo con 77 años sin campeones británicos en el certamen más tradicional del tenis.

Dos títulos de Grand Slam, una medalla de oro olímpica en su haber y un lugar asegurado en lo más alto de la historia del deporte británico: no son tantos los objetivos que le quedan pendientes al escocés de 26 años.

Con el suizo Roger Federer en declive y el español Rafael Nadal otra vez con dudas sobre su rodilla, Murray se confirma como la principal amenaza al primer lugar del ranking mundial en manos de Novak Djokovic.

Sin embargo, Murray niega tener como principal prioridad el número uno, un puesto que nunca ha alcanzado desde que irrumpió en el “top ten” en 2007.

“Es un objetivo duro. [En el último año] gané dos Grand Slams, estuve en la final en otro y gané la medalla de oro. Tal vez deba ser más consistente en los otros eventos. No jugué el Abierto de Francia y eso obviamente no ayuda”, analizó el británico, ausente en Roland Garros por una lesión en la espalda.

Para el segundo del ranking, los Grand Slams son su principal motivación de juego.

“Preferiría no ser número uno del mundo, pero ganar más Grand Slams antes que ser número uno y no ganar ningún otro Grand Slam”, sostuvo Murray, que apuntará ahora especialmente al Abierto de Estados Unidos.

“Celebraré en los próximos días, pero luego quiero estar listo para el US Open. Nunca he tenido que defender un Grand Slam antes”, continuó el británico, que ganó en 2012.

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