GLASGOW.— El Barcelona sumó ayer su segundo triunfo en la actual edición de la Liga de Campeones de Europa al vencer por 0-1 en el campo del Celtic, gracias a un gol de Cesc Fábregas, al contraataque, en un partido con más sudor que vistosidad.

Fábregas la hizo de Lionel Messi —quien está lesionado y por ello no pudo jugar con los culés— y salvó una valiosa victoria que sitúa al Barcelona como líder en solitario con seis puntos en dos partidos.

Fue Fábregas quien inicialmente ocupó la posición de Messi en el Barcelona, pero Martino pronto tuvo que cambiar de idea. Como no funcionó como “falso delantero”, tuvo que ser el brasileño Neymar quien dejó la banda para incrustarse en esa posición.

Pero el problema del Barcelona tenía más que ver con el funcionamiento colectivo que con los nombres. Sólo Andrés Iniesta pareció decidido a buscar la profundidad y el desborde. También Neymar en los minutos finales de la primera parte se inspiró un poco.

Los dos arqueros se fueron al descanso sin intervenir y la única ocasión de peligro la tuvo Neymar con un remate difícil que se fue fuera por poco, a cinco minutos del intermedio. Esa primera mitad se pudo resumir así: el Barcelona no pudo y el Celtic no quiso.

A pesar de actuar como local, el conjunto escocés no expuso nada. Hizo más o menos lo de la pasada temporada ante el mismo rival: defender con ocho futbolistas y esperar una ocasión aislada, seguramente a balón parado. Un año atrás le había funcionado, pero en esta ocasión se veía sin mayor idea que la de esperar un milagro.

La primera parte se marchó entre bostezos generalizados ante la falta de juego. Aunque daba la impresión de que el resultado le gustaba más al Celtic que al Barcelona, quien mantuvo la posesión de balón que lo ha caracterizado en los últimos años.

La segunda parte comenzó igual, pero a la hora de partido apareció un suceso que fue vital a la postre. Scott Brown le dio una patada alevosa a Neymar sin balón en juego y fue expulsado, lo que puso aún más cuesta arriba las aspiraciones de un impávido conjunto escocés.

Las consecuencias de ese hecho serían a medio plazo, no a corto. Porque el Barcelona tardó en imponer su superioridad. De hecho, el Celtic tuvo una doble ocasión a los 70 minutos. Primero, Víctor Valdés puso una mano prodigiosa a tiro de Forrets. Y en el saque de esquina posterior, el arquero del Barcelona salió en falso y Mulgrew remató rozando el palo.

Esa doble oportunidad errada por los locales fue decisiva, porque el Barcelona marcó su gol en la siguiente acción. Fue al contraataque. Neymar mandó desde el centro a Alexis Sánchez, quien acababa de entrar, y el chileno puso un gran centro para el precioso cabezazo de Fábregas.

Ese gol hundió al Celtic, al que ya no le quedaban fuerzas para intentar el empate. El Barcelona aguantó sin mayores problemas y se llevó el triunfo. Tan gris como valioso.

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