El escritor cubano Leonardo Padura declaró ayer ante estudiantes en México que una de sus obsesiones literarias es entender cómo los seres humanos buscan y ejercen su libertad, un tema que se potenció por vivir "en un país socialista" y tras haber estudiado la historia del siglo XX.

"La idea de los riesgos y consecuencias a que puede llevarnos la pretensión de ejecutar nuestra libertad individual era y es una obsesión que me perseguía desde varios años atrás", dijo Padura al dictar una conferencia dentro de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara, oeste de México.

Padura contó que esta obsesión se potenció tras escribir El hombre que amaba a los perros (2009), novela que tiene como personaje central a Ramón Mercader, el asesino del revolucionario soviético León Trotsky, y que lo llevó a internarse "en las catacumbas de la historia del Siglo XX".

"Conocer desde dentro algunos de los hechos más demoledores de ese tiempo avivó esa obsesión y logró conducirme a la evidencia de que, como el novelista que soy, la única manera de exorcizar esa presencia era escribiendo una novela", dijo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015.

En la charla "¿Para qué se escribe una novela?" que tuvo como escenario los murales del mexicano José Clemente Orozco del paraninfo de la Universidad de Guadalajara, el autor de Adiós, Hemingway (2001) habló del proceso creativo.

El escritor tiene que librar una "lucha" entre sus propias obsesiones, el lenguaje y el camino que va tomando la historia y los personajes, relató.

"Una vez que inicia, la escritura comienza a tomar su camino y suele ocurrir que los personajes comienzan a generar exigencias que varían las intenciones iniciales del escritor, pero es, en lo esencial, una lucha entre el artista y las palabras", expresó Padura ante cientos de estudiantes mexicanos.

Reconoció que en ocasiones el artista debe "lidiar" con agentes ajenos al proceso de creación como son la industria y el mercado editorial, aunque consideró que se debe responder siempre al propio acto de "libertad creadora" más que a las exigencias del exterior.

Dijo que crear una historia es como echar "la carne humana" al asador de manera que "despida humo y olor a chamusquina", es decir, que exponga la pasiones humanas, "provoque conmociones dramáticas" y "se asome al alma de las cosas".

La Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar surgió en 1993 a iniciativa de los escritores Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, quienes acordaron aportar el monto de las becas del Gobierno que recibían como Creadores Eméritos para fundarla y rendir homenaje a quien ha sido uno de los mayores escritores latinoamericanos del siglo XX.

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