“No creo que Dios quiera exactamente que seamos felices, quiere que seamos capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y yo sugiero que precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos; porque somos como bloques de piedra, a partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura de un hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen más perfectos”. Clive Staples Lewis (1898-1963).

El trece de marzo de marzo de 1913 el Diario Yucatán, a través de Benito Aguilar, informó: Los medios de comunicación ocuparon lugares estratégicos en la Plaza de San Pedro. Unos en gradas, otros sobre la Columnata de Bernini, otros dentro de la Plaza al pie del obelisco central. Allí junto a CNN News me coloqué durante toda la jornada matutina y vespertina, bajo la persistente lluvia que únicamente se aplacó antes del anuncio de: “Habemus Papam” Debido a la lluvia la gente ingresaba y salía de la Plaza de San Pedro y se presentaba al mediodía para presenciar la “fiumata” que fue negra. A las 17.30 horas esperamos hasta darnos cuenta que el Papa todavía no había sido electo. A las 19.00 horas ondeaban banderas de muchos países:

México, Brasil, Argentina, Italia, España, Canadá, Japón, Hungría, y otros muchos más. Estaba llena la mitad de la plaza de San Pedro cubierta de paraguas multicolores.

El reloj gigante sobre el campanario de la Basílica marcó las 19.08 horas cuando surgió el “Humo blanco”, y un grito unísono de alegría hizo vibrar nuestros corazones. Sabíamos que ya teníamos Papa, pero no sabíamos quién era. A continuación, ingresaron a la Plaza las diversas fuerzas armadas que colaboran en el Vaticano colocándose debajo de la Logia Papal entonaron el Himno de Italia que cantaron con emoción los italianos, y después el Himno del Vaticano. Pasó exactamente una hora desde la “fiumata bianca” hasta que se abrió la puerta del balcón Papal, para que escucháramos el anuncio esperado: “Habemus Papam”, E minstísimo y Revendísmio Jorge Mario Cardenal Bergoglio, que eligió el nombre de Francisco I.

En el saludo inicial el Papa Franciso recordó con afecto al Papa emérito (Benedicto XVI) y pidió oraciones por él. Pidió que todos estuviéramos unidos en la caridad y que rezáramos por todos los hombres y mujeres de la tierra. Antes dar su bendición “Urbe et Urbi”, pidió que rezáramos por él en silencio durante unos minutos, y a continuación nos concedió la primera bendición con validez de indulgencia plenaria a los presentes y a los que le seguían por medio de los medios de comunicación. Después de que el Papa se retiró, los diversos grupos de peregrinos y sobre todo de jóvenes cantaban, vitoreaban al Papa Francisco, y sobresalía un ambiente de alegría expansiva y real.

Francisco adoptó el nombre, inspirado en Francisco de Asís, caracterizado por su humildad y el desprecio de todo bien material (¡Escuchad Príncipes de la Iglesia!), predicando con el ejemplo, empero hoy en día se encuentra ante la más antigua y dura política: ¡La de los grupos conservadores dentro del propio Vaticano! Cuánta razón tuvo el propio Francisco de Asís al decir al Papa en turno. “¿Qué está haciendo aquí dentro, si los pobres están allá afuera?” (Continuará)

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