Estamos por comenzar una nueva etapa en el gobierno, las bases de la denominada cuarta transformación tendrán su propio sello. En este sentido sería raro si un planteamiento de Andrés Manuel López Obrador no fuera controvertido; siempre genera posiciones muy a favor o muy en contra, pero rara vez hay espacio para quienes buscan una respuesta en medio de los extremos. La consulta sobre la construcción del NAIM no es la excepción. La posibilidad de la cancelación del proyecto y que esta decisión se tome basada en una consulta pública de la que varios cuestionan su metodología tendrá a muchos sectores económicos del país a la expectativa del resultado. Aún antes de saber el desenlace, hay quienes aseguran que el tipo de cambio se ve afectado por poner este asunto a consideración en las urnas, afirmación que, como se hizo en le pasado busca generar miedo sin sustento.

El 2018 fue un año de incertidumbre para México. Hubo dos factores que internamente generaban esa incertidumbre, la palabra más peligrosa en economía. Las negociaciones de un tratado comercial con nuestro hostil vecino, así como las elecciones presidenciales que generaron mucha inestabilidad, particularmente la volatilidad del tipo de cambio, aunque esta última menos que lo que muchos han afirmado.

A unos 45 días de la elección, las encuestas sobre las preferencias en la carrera presidencial y la consolidación de AMLO como puntero generaron resistencias de varios actores del sector privado, público e incluso colaboradores de diversos medios de comunicación, quienes buscaron espantar a los electores generando una tesis, sin método ni comprobación, de que la depreciación del peso frente al dólar se debía precisamente a los números que arrojaban esas encuestas. Nada más falso.

Metiendo el hígado por delante, algunos conductores con credibilidad en el ramo financiero quisieron asociar la caída del peso con la delantera de AMLO, sin tomar en cuenta lo que pasaba en paralelo: las negociaciones del TLC y la guerra comercial de Donald Trump con los principales bloques comerciales del mundo, temas estos últimos que, aunque fuera en round de sombra, hacían temblar a los inversionistas.

De nueva cuenta, hoy se señala a lo interno, particularmente al caso NAIM-AMLO, como causa de volatilidad económica, ignorando de nuevo al mundo entero. Estamos a una semana de las elecciones en Estados Unidos, las tensiones de guerra comercial con China siguen escalando y el rumor de una nueva crisis mundial, similar a la de 2008, empieza a tomar fuerza entre los expertos. Estos son factores determinantes de movimientos en los mercados y en los valores de diferentes divisas del mundo, como el peso, que es una de las más negociadas en el mundo; la más entre las economías emergentes; por lo que también es de las más sensibles ante los embates de nerviosismo internacional.

Que la consulta del NAIM pueda jugar un papel en alguna proporción con respecto al alza del dólar, podría ser, pero poco serio es cargarle todo el peso de ese fenómeno. Creo que, en efecto, no sería positivo revertir la construcción de un proyecto ya asignado y en marcha, pues podría mandar el mensaje hacia el exterior de que si obras de esta magnitud se pueden echar para abajo, otras de menor envergadura podrían también ser canceladas. Pero la decisión final está en manos de López Obrador, quien ya gobernó la capital del país y fue prudente en sus decisiones. Ni la consulta y su resultado es la razón principal de la inestabilidad del peso, ni tampoco hay loco que coma fuego, ni AMLO está loco ni me parece que coma fuego. Varios adelantan resultados y consecuencias, basados en metodologías tan cuestionadas como la misma de la consulta. Pronto conoceremos la decisión y sus verdaderos alcances, los positivos y negativos, ya sin los pronósticos financieros que confunden aún más a los mexicanos.

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