Apenas la semana pasada hablábamos de que por aceptar a tanto lobo priista —como el dinosáurico Manuel Bartlett— en sus filas, el partido Morena ya había aprendido a aullar, pero lo que sucedió este fin de semana en sus elecciones de delegados nos demostró que, en realidad, el partido fundado por el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en una auténtica y telenovelera cuna de lobos.

Por si no recuerdan, Cuna de Lobos fue una famosa telenovela ochentera en donde la protagonista recurría a todo tipo de artimañas y engaños para lograr su cometido, lo cual pasó exactamente este fin de semana en la elección de Morena en todo el país.

Este fin de semana, el partido guinda convocó a sus militantes a que eligieran por distrito electoral federal de entre una serie de candidatos registrados a quienes fungirán como delegados que, en el caso de Querétaro, designarán a la nueva dirigencia estatal, que en el caso local y por cuestión de igualdad de género, recaerá en una mujer.

Sabemos que no hay elecciones perfectas, pero lo visto este fin de semana nos recuerda a las peores prácticas de la época priista, con las cuales podemos formar un diccionario de transas electorales y que la prensa tanto nacional como local hizo eco de ello.

Este sábado y domingo nuevamente vimos el “rasurado” (u operación Gillette), aunque como lo mencioné la semana pasada, este se implementó desde la selección de candidatos. También vimos la compra de votos, el acarreo (o Carrusel, como solía llamarse en los buenos tiempos del PRI, el cual, sí incluía desayuno para los votantes, se llamaba Operación Tamal). También hubo amenazas a votantes formados en la fila para ejercer su derecho al sufragio y en algunos estados, hasta a los golpes llegaron.

Imagine qué tanto cochinero hubo en las elecciones que hasta el propio presidente AMLO lo reconoció, aunque acotó que esos incidentes no habían sido generalizados.

Pero, al más puro estilo calderonista, haiga sido como haiga sido, la elección ya se efectuó y los nuevos consejeros ya están listos para elegir a la nueva dirigencia. Aunque cabe acotar que los inconformes tienen cuatro días a partir de la elección para impugnar.

Insisto, no hay elección perfecta, pero en este caso, se notó la ausencia de un organismo autónomo que Morena y el presidente ha estado bombardeando constantemente: el INE. Este domingo, Lorenzo Córdova tuvo su mejor jornada electoral sin participar en el proceso electoral que se volvió una auténtica cuna de lobos.

Periodista y sociólogo. @viloja

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