Con el Domingo de Resurrección, o Domingo de Pascua, que hoy celebramos, culmina el Triduo Pascual, el cual empezó la noche del Jueves Santo y tiene por antecedente el tiempo de cuaresma. Y también se inicia en este día el Tiempo Pascual, que durará cincuenta días hasta el Domingo de Pentecostés. Son tiempos fuertes de penitencia, de meditación y, posteriormente, de gozo, que implican la reflexión de los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesús y su significado en la historia humana.

El obispo queretano ha dicho recientemente “les animo con viva caridad a poner mayor énfasis en la celebración del Misterio Pascual de Cristo, que se actualiza en todos los sacramentos y que es el alma de toda acción litúrgica, para que este misterio sea prolongado y transforme la vida concreta de todos los fieles."

Hay otros dos tiempos fuertes en la liturgia, que son el Adviento, que inicia cuatro domingos antes del 24 de diciembre, y el Tiempo de Navidad, que inicia el 25 de diciembre y culmina con la celebración del bautismo de Jesús, un domingo después de la fiesta de la Epifanía del Señor, es decir, de los Reyes Magos, en la que se recuerda que Jesús vino a salvar a todos los hombres, de todos los lugares y de todos los tiempos. Al resto del año se le llama "tiempo ordinario", que consta de 33 o 34 domingos, según se presenten las fechas del año.

A todo el conjunto de celebraciones, ritos, lecturas y oraciones, se le llama liturgia. La vida social y la cultura de los pueblos suelen estar relacionadas con las celebraciones litúrgicas. En ellas se dan muchas veces los encuentros, la convivencia y el fortalecimiento de los lazos sociales en torno a formas de ver la vida, a principios y valores

En este año 2014, en nuestra diócesis de Querétaro, encabezada por el obispo don Faustino Armendáriz Jiménez se celebra el Año de la Pastoral Litúrgica, el cual tiene por objeto acrecentar y mejorar la participación de los fieles laicos en las celebraciones litúrgicas. Esto les ayuda a su crecimiento personal, a su integración con la Iglesia y ayuda también a que las celebraciones litúrgicas cumplan mejor con sus objetivos.

Hace cerca de 50 años, la participación de los laicos era menor. Aún recuerdo cuando fui acólito en la parroquia de Santa Ana. Me tocó observar los inicios de los cambios promovidos por el Concilio Vaticano II. Ahora los fieles podían pasar a leer las lecturas y participar en mayor medida en los cantos y otros actos. Con el paso del tiempo, se ha ido buscando que los laicos se capaciten mejor para ejercer estas funciones.

En una circular dirigida por don Faustino Armendáriz para dar un impulso al Año de la Pastoral Litúrgica, comenta que para este año se propone a los fieles, entre otras cosas: leer, conocer y estudiar la Constitución sobre la Sagrada liturgia Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II, poner en práctica diez orientaciones pastorales, formarse adecuadamente, para poder así ayudar eficazmente a los demás hermanos a participar activa, plena y conscientemente en las acciones sagradas.

Hay una comisión para la pastoral litúrgica, que preside el padre Guadalupe Martínez Osornio. Hay encargados de la música litúrgica, el arte litúrgico y cuidado de los bienes culturales, pastoral de santuarios y piedad popular y los congresos eucarísticos.

Considero que este esfuerzo de la Iglesia por fomentar una mayor participación de los laicos en la Iglesia es importante, ya que refleja su intención de mejorar la vivencia de los valores religiosos y con ello, favorecer la paz, la armonía y la solidaridad entre los ciudadanos.

Analista

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