Muchos no la conocieron ni oyeron hablar de ella, pero María Sabina Magdalena García (Huautla de Jiménez, Oaxaca, 1894-1985) fue una mazateca pobre a quien el hambre obligó a comer hongos, que la hicieron encontrar su don de curandera. “Cuando yo era niña, decía, cuidaba pollos y chivos en el monte. Siempre tenía hambre y sed. Cruzaba los brazos para guardar el calor y callar los gritos del estómago”. Después de comerlos, dios le aconsejaba decir a los demás que siguieran el buen camino y no el malo. No era un don gratuito; ella descendía de mazatecos que dominaban el arte de la curación por el bálsamo del canto, el lenguaje, la medicina tradicional y la botánica.

Para María Sabina, los hongos, sus “niños”, eran algo sagrado y su tribu los venían comiendo desde hacía siglos. “El hongo todo lo cura: calentura, resfriados, pieles amarillas o paperas. Al comerlos se vomita la enfermedad”, decía. Un día llegaron los extranjeros y todo cambió: “Ellos buscaban lo malo del hongo y no respetaron nuestras costumbres”.

En 1957 arribó a Huautla Robert Gordon Wasson, escritor, micólogo y banquero. Las autoridades recomendaron a María Sabina que lo atendiera porque era un antropólogo norteamericano que “quería conocer nuestras costumbres”. Fue él, para su desgracia, quien la dio a conocer al mundo.

La reconocían como mujer sabia, pero terminó convirtiéndose en icono de muchos seguidores y simpatizantes del movimiento hippie. No hablar español jamás fue barrera para que se entendiera con sus enfermos y con las personalidades que la visitaron. Curó a mucha gente y nunca cobró un peso, sólo aceptaba lo que le quisieran dar.

Se dice que Walt Disney la visitó al menos dos veces y que, gracias a ella y sus revelaciones, logró el cine de fantasía que conocemos. Algunos aseguran que fue él quien construyó la pista de aterrizaje cercana a Huautla para ahorrarse las diez horas de viaje desde la ciudad de Oaxaca; otros dicen que fue Howard Hughes.

El libro El hongo maravilloso: Teonanácatl. Micolatría en Mesoamérica de Robert Gordon Wasson (1983) dio a María Sabina una publicidad fenomenal porque era el apogeo de la cultura hippie norteamericana; a Huautla llegaron mexicanos y extranjeros en busca de experiencias psicodélicas, la mayoría, y como parte de una investigación, los menos.

Por su choza pasó Albert Hofmann, padre del LSD, quien con Richard Evans Schultes publicó el catálogo Plants of the Gods. El Micólogo francés Roger Heim, Aldous Huxley, Timothy Leary, escritor, psicólogo y gurú de la conciencia y la psicodelia, a quien Richard Nixon consideraba “el hombre más peligroso del mundo” por su promoción al consumo de sustancias psicodélicas. También John Lennon, Mick Jagger, Bob Dylan, Peter Townshend y Jim Morrison, Jacobo Grinberg Zylberbaum, psicólogo mexicano, y Carlos Castaneda.

Si alguien aprovechó al máximo sus conocimientos, fue Gordon Wasson. Hacía grabaciones de las veladas con hongos que tenía con ella y las difundía como películas, reportajes o documentales. Una vez Wasson regresó a Huautla y le regaló un disco con sus cantos chamánicos. “Nunca imaginé oírme a mí misma”, dijo la curandera, quien estaba disgustada porque nunca autorizó a Wasson grabar sus cantos. “Mucha gente se aprovechó de mí”, llegó a decir.

Feliciano Pineda, compadre, le envió un oficio para comparecer ante el Ministerio Público Federal por suministrar hongos a sus pacientes. ¿De qué la acusaban?, decía el periodista José Natividad Rosales, ¿de ser “curandera” en un pueblo donde jamás hubo un médico residente? ¿De que los hongos alucinógenos los empleara esta corrupta civilización para escapatoria de hippies y consuelo de tarados faltos de imaginación? Ella lo único que quería era que la dejaran vender en paz las velas que fabricaba y partiendo leña.

Su nombre se ha difundido en tazas, pósters, calcomanías y camisetas. El grupo Santa Sabina tomó su nombre; El Tri le hizo una canción; “Cosas de un soñador”, de Lisandro Aristimuño, la alude. Deep Forest, grupo francés de música étnoelectrónica, tiene una canción con sus cantos (https://www.youtube.com/watch?v=pMdaHth1DBo). Murió muy pobre el 23 de noviembre de 1985 y su legado lo dejó a Filogonio, su nieto.

Periodista cultural

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