La idea generalizada de la población mexicana es que ser político es sinónimo de persona sin escrúpulos, tramposa, ratera, que busca el poder para enriquecerse él, su familia y sus amigos cercanos; de allí que millones de mexicanos odien la política y a los políticos de cualquier partido y, en consecuencia, se nieguen a emitir su voto. Hay un desencanto total. ¿Para qué votar, si todos los partidos y los políticos son lo mismo? ¿Para qué votar si lo único que buscan los políticos es enriquecerse y no cumplir sus promesas de campaña, dejándonos en el abandono y con las mismas carencias?

Así razona el pueblo y desafortunadamente tiene razón. Así ha pasado y pasará siempre mientras no haya un cambio de clase en el poder. Aunque, como sentencia el dicho popular, “pagan justos por pecadores”, porque a pesar de que la gran mayoría de los políticos entra en esta categoría, no faltan algunos que son honestos y trabajadores. Pero llama la atención lo que pasa con el presidente municipal de Querétaro, Marcos Aguilar, de quien se esperaba una mejor y más eficiente manera de gobernar pero que ha resultado más un perjuicio para la población, igual que los de Colón, Cadereyta, Pinal de Amoles, Huimilpan, E. Montes y San Juan del Río, al grado de que si hoy se repitieran las elecciones, por más de uno no votaría ni su esposa.

A un mes de tomar el poder, Marcos Aguilar anunció su proyecto de invertir el dinero del erario en obras no prioritarias, como pintar los puentes con un costo de 16 millones de pesos; se declaró incompetente para mantener limpia la ciudad y aprobó la privatización del servicio de limpia. Contrató un helicóptero para que sobrevolara la ciudad, según él para combatir la delincuencia con un costo de más de 40 mil pesos diarios y sin resultados. Quiso vender las casas de cultura y bibliotecas de la capital, que se salvaron por las protestas de escritores, pintores, actores y músicos, que le demostraron que los bienes públicos no son sujetos a ventas.

Ordenó a su jefe de seguridad pública castigar con arresto a los elementos que fueran sorprendidos tomando alimentos en la vía pública, e incumplir sus promesas de vivienda y prestaciones, problema que terminó con la salida del titular de la corporación; propuso también como parte de un proceso para adecuar los reglamentos de los mercados municipales, que en ningún caso se autorizará que un locatario o comerciante transfiera el local a familiares o a quien ellos decidan. Entre las causas para cancelar la licencia otorgada, está en primer término la muerte del titular, incapacidad del titular o porque el local permanezca cerrado por 30 días consecutivos o 90 días a lo largo de un año.

Y para cerrar el año haciendo negocio, Aguilar Vega “democratiza” la vía pública rentándole las calles a la empresa Aquiles Park para la instalación de parquímetros por el 85 por ciento de los ingresos a lo largo de 15 años, sin importarle la opinión contraria de vecinos y comerciantes del centro histórico. Dios Marcos consideró, sin tomar en cuenta el libre tránsito que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que tres horas son más que suficientes para que un vehículo permanezca estacionado en un cajón de estacionamiento, si se pasan será sancionado con una multa. Llegó con hambre!

A Marcos Aguilar le falta poner los pies en la tierra. Quiere venderle a los queretanos un municipio de primer mundo con servicios y atención de quinta categoría. Si quiere pasar a la historia como un alcalde honesto y preocupado por su municipio ¿por qué no resuelve las carencias de servicios públicos de la población pobre? ¿por qué no resuelve el eterno problema de las inundaciones en época de lluvia por la falta de drenaje pluvial? ¿por qué no resuelve el problema de la seguridad pública que se agrava cada día?

Dirigente estatal del Movimiento Antorcha Campesina.

@jggravejerogurrola@yahoo.com.mx

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