Son varios los artistas que rompen la divinidad de la belleza, no como una protesta ante ella, sino como un manifiesto de la diversidad de la vida, en otro sentido, quizás más real, porque de la belleza comercial no son dueños todos.

Sin embargo, pintores talentosos que rompieron la figuración de una forma quizás también necesaria, se arriesgaron a pintar obras oscuras y para el ojo común horrorosas, pero en ellas plasmaron los mensajes de nuestra humanidad como ningún otro.

Martha Pacheco, pintora de Jalisco, abre una ventana a la dimensionalidad del cuerpo humano, no sólo explora la vida orgánica de ellos si no tambien se adentró en la metamorfosis de cuerpos humanos yacientes en la morgue. En su serie

Los ecos de la calle,  acerca de los marginados,  encontró en ellos el dolor de una realidad que nos explota en la cara, según la pintora nos acercaban a lo más primitivo, conseguir la vida con lo menos básico como la sobrevivencia.

En su exposición Excluidos y acallados abre la pregunta: ¿Qué pasa con los cadáveres que no son reconocidos, no son buscados, ni siquiera son identificados y así se entregan dulcemente a la extinción de la vida misma? Otro tema que explora es la locura, las situaciones, circunstancias que llevan al exilio a un enfermo mental de su cuna de origen, que viven en los hospitales psiquiátricos y como es que el ser humano no voltea y mira el otrosí darse  cuenta que tambien hay una personalidad y una humanidad abandonada, en la morgue y en la locura. Un ejemplo para la pintora de la deshumanización actual.

Martha Pacheco deja abierta la puerta con su trabajo para el arte contemporáneo y los artistas que descubran en el horror en la belleza.

En 2003, Arturo Rivera fue distinguido por el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, México, como  “maestro del arte mexicano del siglo XX”.

Él mismo se definió como pintor oscuro, no puede ser un pintor de la luz,  muchas veces se volvió personaje de sus propias obras, se pintaba él mismo, sin otro sentido más profundo que la necesidad de modelos, era dueño del realismo social, sus temas hablan del mundo y la necesidad de contener personalidades diversas.

En su obra prevalecen los cráneos, aves e insectos, animales muertos, desmembrados o en actitudes humanas con la misma jerarquía del hombre. Son obras que no existirían realmente si no las hubiera pintado Arturo Rivera.

Ha realizado pinturas y esculturas, y admite que la paleta de su obra duele al espectador, no teme confrontar la realidad y la política que se vive actualmente y parece no pasar de moda, son fragmentos de la realidad que duelen ver,  qué lástima saber que suceden, él precisamente pinta para tocar la llaga. También en los lienzos viven personajes cotidianos, criaturas abandonadas a su suerte, seres marginales que a veces no queremos ver.

En 1989, el artista plástico Arturo Rivera (Ciudad de México, 1945-2020) fue sometido a una cirugía a corazón abierto. La intervención tenía por objeto la sustitución de las válvulas del órgano; según relataba el pintor, en ella su cuerpo permaneció vivo por la voluntad de un aparato que sostuvo durante una hora la natural circulación de su sangre. Como en la obra de

Mary Shelley, el mecanismo de irrigación propio fue echado a andar nuevamente por un artilugio de la física: un golpe eléctrico en el músculo vital.

*Artista visual, escritora y terapeuta

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