Pocas personas del gabinete de Enrique Peña Nieto se atrevían a contravenir a Luis Videgaray. Aun en la parte final del sexenio, desde su cargo como canciller, Videgaray era un personaje respetado y sus opiniones seguían pesando más que las de cualquier otro en el equipo cercano al expresidente.

El súpersecretario no sólo tenía mucha injerencia en las decisiones que tomaba Enrique Peña Nieto, sino que pudo posicionar en buena parte del gabinete a personas de su entera confianza, particularmente en la Secretaría de Hacienda.

Por eso, cuando Javier Coello Trejo, el abogado de Emilio Lozoya (uno de los personajes que no controlaba en el gabinete), afirma que fueron los exsubsecretariosFernando Aportela y Miguel Messmacher quienes recomendaron al exdirector general de Pemex comprar la empresa Fertinal todo apunta a Luis Videgaray.

Entre los cercanos a la Presidencia se asegura que, a mediados de junio, desde Estados Unidos llegó un mensaje para el presidente Andrés Manuel López Obrador: en un plazo de 100 días se debería poner tras las rejas a un “pez gordo” de la administración de Enrique Peña Nieto, de lo contrario la justicia de aquel país se encargaría de hacerlo.

El mensaje, entregado en medio de diversas peticiones sobre la crisis migratoria, fue recibido como un último llamado para que la definición de un responsable de los actos de corrupción del sexenio pasado se realice todavía desde Palacio Nacional, antes de que tan importante selección sea asumida por los fiscales federales estadounidenses.

Lo anterior explica el rumbo y los niveles que ha tomado la defensa de Emilio Lozoya, que, ante una inminente persecución hacia su cliente desde el gobierno de la Cuarta Transformación, apunta ahora a la cabeza y amenaza con hundir al hombre fuerte de la administración peñista: Luis Videgaray.

Su abogado ha dicho que Lozoya no se convertirá en un testigo protegido de Estados Unidos, pero no está del todo descartado que así sea si se lleva a cabo su detención.

Amagar con llevar ante la justicia al último de los mandatarios emanados del priismo es ya de por sí una apuesta temeraria, pero enfocar baterías hacia el personaje que llevó realmente las riendas del país durante ese periodo, y que cultivó las más estratégicas relaciones políticas e internacionales, es más interesante.

No es un secreto que el cargo de vicepresidente virtual, ejercido por el canciller Marcelo Ebrard en los recientes días, se queda muy lejos de la posición y el poder que adquirió en su momento Videgaray.

La admiración que Peña Nieto le profesaba le permitió sin restricción alguna asumir el control pleno de las decisiones de gobierno, incluso aquellas que escapaban del ámbito puramente económico y que tocaban los terrenos de la seguridad, algo que nunca fue bien recibido por el entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

Se recuerdan aún diversos comentarios de funcionarios peñistas sobre la existencia de un “gabinete sombra”, modelo con el que el titular de Hacienda logró colocar en casi la totalidad de las secretarías a un alto funcionario que le guardaba lealtad, y que le permitía tomar parte en las decisiones de trascendencia de cada cartera.

El caso más evidente podría ser el de su amigo Raúl Murrieta Cummings, quien desde una subsecretaría de Infraestructura aseguró a Videgaray la posibilidad de influir en la entrega de los contratos de construcción más onerosos del sexenio anterior.

Tal nivel de involucramiento en las decisiones de gobierno, mayor aún que el del titular del Poder Ejecutivo, otorga sustancia a las acusaciones de Coello Trejo respecto a que cualquier operación, señalada hoy en día como acto de corrupción, debió muy probablemente pasar por sus manos.

Se sabe incluso que las declaraciones emitidas por el abogado pusieron ya a trabajar al equipo cercano al excanciller en una estrategia de defensa y contraataque. Considere usted en este grupo a su leal Abraham Zamora–quien hoy despacha en la vicepresidencia de Asuntos Corporativos de la recientemente vapuleada IEnova–, a los extitulares del SAT Osvaldo Santín y Aristóteles Núñez, y a su amiga y estratega política Alejandra Sota.

Todos ellos son considerados integrantes del grupo de trabajo más cercano a Luis Videgaray, que desde las famosas oficinas alternas de Julio Verne, en Polanco, intentaron diseñar un modelo de país y que ahora trabajan para evitar la debacle de quien fuera su presidenciable.

Los ‘datos’ del Presidente
Hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador va a presentar el balance de su administración a un año de su triunfo en las urnas y a siete meses de haber tomado el poder. ¿Hay algo que celebrar? Como ha dicho el propio Andrés Manuel: los datos se pueden ver de una u otra forma según se quiera contar la historia. Es decir, se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío.

El vaso medio lleno que va a presumir el Presidente será el de la estabilidad cambiaria. El peso se ha apreciado cerca de 3% desde el 1 de julio del año pasado a la fecha. El subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, lo atribuye a factores externos y también domésticos. Los domésticos tienen que ver con los rendimientos que reciben los inversionistas por tener su dinero en México (la tasa de interés de 8% frente al 2% de Estados Unidos) y la estabilidad económica. En el presupuesto 2019 el tipo de cambio es de 20 pesos por dólar, por lo que el gobierno aún tiene margen con el nivel actual de 19.20.

Otro indicador a presumir es la inflación, que en la primera quincena de junio regresó al rango objetivo fijado por el Banco de México: 3% +- un punto. La llegada de inversiones y el compromiso de los empresarios de ejercer 32 mil millones de dólares en 2019 también serán motivo de presumir. El aumento al salario mínimo y los programas como el de Jóvenes Construyendo el Futuro que tiene registrados a casi medio millón de becarios también van a ser mencionados por el Presidente como un logro.

Lo que no podrá presumir es el crecimiento económico, que en el primer trimestre cayó 0.2% y se prevé que el dato del segundo cuarto del año sea bajo, quizá menor a 1%, de manera que Andrés Manuel López Obrador va a perder su apuesta: México no va a crecer ni a 2.5% previsto en el rango más alto de la estimación de Hacienda (entre 1.5 y 2.5% para 2019) y si las cosas no mejoran en la segunda mitad del año, estaremos cerca de 0.5% que pronosticó Barclays.

Deudas del ISSSTE 
El problema del desabasto de medicinas en las instituciones de salud del país es real, aunque nos quieran hacer creer que está bajo control. Prueba de ello es el cambio de modelo en la compra y distribución de medicinas, pero también está la problemática que presenta el ISSSTE, que encabeza Luis Antonio Ramírez, en el tema de adeudos, por lo que varios proveedores han decidido no venderle más al gobierno.

Resulta que hace unos días el ISSSTE realizó una solicitud de medicamentos a todos los proveedores por un monto de mil 421 millones de pesos para adquirir 834 claves de medicamentos a nivel nacional dentro de la Compra Consolidada para abastecerse este año, pero no presentó un calendario de pagos para quienes participen, lo que obliga a reducir la cantidad de ofertantes.

El instituto viene arrastrando un adeudo importante por el surtimiento y distribución de millones de piezas de medicamentos que ya fueron entregados a los pacientes. Se habla de adeudos que datan desde 2017 y que a la fecha ascienden a más de 4 mil millones de pesos, 705 millones ya bajo la administración de la 4T, dinero que ya forma parte del presupuesto autorizado para este año y que no se paga.

Sin embargo, aún existen empresas que confían en la palabra del titular de Hacienda, Carlos Urzúa, como la Asociación Nacional de Distribuidores de Insumos para la Salud (ANDIS), que encabeza Carlos Ramos, quienes confían en que el gobierno dará salida en breve a esta situación, o de lo contrario, se ponen en riesgo poco más de 96 mil empleos directos, pero sobre todo la vida de millones de mexicanos.

Twitter: @MarioMal
Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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