Es indispensable que los políticos entiendan que más allá de sus esfuerzos, de las acciones y programas que realizan, la sociedad está cansada de promesas, está decepcionada por la ausencia de una voluntad determinada para atender sus preocupaciones, la gente visualiza a políticos que viven en una realidad virtual, en donde creen que sus esfuerzos, sus temas, sus visiones, responden a las inquietudes ciudadanas, nada más equivocado.

Los mexicanos aspiran a poseer un mejor país y este no podrá gestarse en torno a un orden y un status quo que tiene como denominador común una cosa, que todo cambie para que todo siga igual.

Agotamos ya el valor de las palabras, por eso, para muchos importa muy poco lo que se dice, obras son amores y no buenas intenciones, reza el refrán.

Los mexicanos necesitan ver ya, que el Estado sancione a los delincuentes, particularmente a los llamados de cuello blanco, quieren volver a creer en el imperio de la ley, pero solo lo harán si efectivamente, los infractores sancionados se incrementan, tanto en calidad como en cantidad.

Necesitamos un sistema legal ágil, pronto, efectivo, que se construya dentro de un sentido de funcionalidad, que nos permita que el Estado no pierda los juicios por inconsistencias procesales. Necesitamos normas sencillas, claras, contundentes, que nos permitan hacer de la justicia un asunto cotidiano.

La corrupción es uno más de los frustrantes resultados de vivir en un Estado donde campea la impunidad, donde muy pocos reciben su merecido, donde violar la ley se ha vuelto deporte nacional, o al menos, costumbre y practica natural. Si los políticos no responden de manera inmediata y efectiva a este desafío, entonces la gobernabilidad misma será puesta en riesgo.

Este no es un asunto de colores, ni de ideologías, es un asunto que debe de volverse prioritario para tirios y troyanos, estamos acabando con una menguada confianza institucional, a esta velocidad cuando no quede nada de ella, ¿qué vamos a hacer?

México atraviesa por una coyuntura compleja, tenemos una ineficiencia sistémica que se refleja en la ausencia de resultados, la confrontación y la incapacidad para procesar acuerdos en temas que debieran estar fuera de las agendas partidistas.

Tal vez, sería momento propicio para que todos buscáramos generar una tregua que nos permita identificar temas y asuntos en donde existan posibilidades importantes de que los acuerdos se impongan.

De entrada debemos de revisar los incentivos de un sistema político en donde sus principales actores, los partidos políticos, padecen un nada despreciable grado de deterioro social, en donde los agentes encuentran mayores recompensas si privilegian el conflicto, la difamación y la calumnia en lugar de buscar el consenso, el acuerdo y la conciliación.

El tema no es quién va a gobernarnos en el futuro, lo verdaderamente complejo y triste es, bajo qué condiciones van a hacerlo, cuál es la posibilidad de construir un gobierno que genere certidumbre, que recobre confianza. El día de hoy, no hay condiciones para pensar en algo así.

Nuestra obligación no es solo cumplir con las expectativas de los mexicanos hoy, sino ser responsables y consecuentes con la construcción de instituciones y leyes que nos permitan garantizar buenos resultados a las próximas generaciones; en el PRI queretano propusimos y votamos a favor de la desaparición del fuero. Con medidas como ésta, seguiremos sembrando con la convicción de poder entregar una buena cosecha a quienes nos secundarán en el esfuerzo.

Diputado

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